Las mujeres Afganas, casi siempre se visten de negro y cubren sus manos, sus cabellos, su boca, sus anhelos y deseos, pero no sus ojos, ellos se encargan de demostrar quienes son. Somos, las personas quienes las observamos los que debemos descubrir quién es la mujer que está dentro del “burka”, el vestido tradicional para las mujeres en ese país, que oculta casi todo, cubre cara y cuerpo y a menudo deja solo una pantalla de malla para ver a través de ella.

Aunque creo que a ellas no les interesa demostrar quienes son. Ellas lo saben, tan solo son mujeres, madres, hijas, hermanas, simples seres humanos sin ningún adjetivo, sin muletillas, consideradas como nada por los hombres ….esto fue lo que Mati le dijo a su padre el día que la encontró danzando en el jardín de su casa, con la radio apagada y los ojos cerrados., en la víspera del gran día.

El resto de mujeres de la gran casa estaban organizando lo que sería su fiesta de transformación, ella se casaría, por lo tanto iba a tener su propia casa, por eso danzaba entre el jardín, los muebles de la sala, la cocina y los pasillos, como haciendo un inventario que pudiera incluir en su mente y que en sus momentos de incertidumbre y ansiedad encontrase en su memoria. Sabía perfectamente que los necesitaría con todas sus fuerzas, por eso le dolían los huecos de los ojos y las plantas de los pies, quería grabar en lo más profundo de su mente ésas imágenes, el aroma, los olores, las formas mágicas que tomaban en la madrugada, cuando salía del cuarto que compartía con su hermana menor, a hurtadillas para deslizarse y respirar profundo hasta fundirse con aquel lugar tan maravilloso, que era su casa.

Y así fue como esa tarde de miércoles se casaría con un hombre 34 años mayor que ella, con prominente barriga, y con una sonrisa que le daba escalofríos cada vez que lo miraba, escogido por su padre, obviamente. Sabía que nunca sería feliz, como lo era en su casa, pero no le importaba, “la felicidad no está diseñada para las mujeres de su raza”, eso le había dicho su madre, el día que había cumplido 13 años, hacia tan solo 2 meses, en aquel invierno.

Ella sabía que para las mujeres habían muchas prohibiciones, no las entendía, pero sabía que no podían ir a la escuela secundaria, por eso no sabía ni leer ni escribir, tampoco podría algún día trabajar, ni ir de viaje, ni tener un juguete, eran más de las cosa que estaban prohibidas. Pero se había casado y su esposo Raja, le decía: “Quiero que seas feliz”, exponiendo su escalofriante sonrisa, que hacía que se le achicaran los ojos aún más.

Por eso, tomo una decisión, desde el preciso momento en que entró en su nueva casa, algo muy extraño sucedió…..Mati no volvió a escuchar, veía la cara de Raja, los sirvientes, su suegra y sus cuñadas y no entendía lo que decían…simplemente estaba sorda….y ella había decidido que así seria por el resto de su vida…comenzó entonces a entender que era el regalo que El Creador le había otorgado por sus nupcias, no escuchar era lo mejor que le podía suceder. Ahora podía entender que su madre no tenía razón, puede ser que las mujeres afganas no tengan derecho a la felicidad, pero ella si lo tenía, era feliz porque había decidido serlo, podía renunciar a cualquier otro derecho, podía vivir en una casa que no tenía la magia de la suya, pero no iba a renunciar nunca a su felicidad, aunque eso significara parecer tonta ante los demás o peor arrogante cuando le hacían una pregunta y ella simplemente los observaba, sin poder contestar, porque no escuchaba lo que le estaban diciendo.

No es que quisiera parecer grosera, o algo así, era un regalo del universo, una bendición, que no iba a desaprovechar, era la oportunidad perfecta, la que Mati había estado esperando casi desde que nació, lo que su sexo le quitaba, su mente se lo daba, la majestuosa decisión de ser feliz, y para ello había tenido al mejor de los aliados…… cuánta razón tenía la canción que había escuchado de niña:…”El Eterno será tu salvación”

Como decía el neurólogo judío Viktor Frankl, El sentido de la vida reside en encontrar un propósito. Si tenemos un “porque”, siempre encontraremos un “como”.

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