Una de las acciones que más ha llamado la atención de las gentes, ha sido sin lugar a dudas acudir a la sala de cine para observar el desarrollo de películas que copaban la atención.
Por iniciativa de la Iglesia, la que estrenando párroco, Presbítero José Domingo Osorio, por el año de 1932, este impulsó la consecución de un motor de gasolina y su generador, con lo que se suministraba energía a la Iglesia y a la casa cural, y motivó la organización de un pequeño teatro en el cual se presentaban funciones en las noches del sábado y domingo.
En los años primarios, algunas presentaciones cinematográficas se convertían en una verdadera experiencia para los habitantes gracias a la decisión de algunas personas, que con equipos de la época proyectaban alguna película, muchas de ellas sin sonido y de manera propia en blanco y negro.
Con numeroso público, utilizando casi siempre uno de los espacios de la plaza principal, diagonal a la casa cural, y que en pequeño lote donde la pared de la casa contigua servía como telón de fondo, se proyectaban por parte de organizaciones promocionales algunas películas en ocasiones especiales. Esas presentaciones de aventuras o de dibujos animados entretenían a la audiencia, y que, en este como en el teatro, las supresiones eran rechazadas con silbidos.
don Luis María Rojas, agricultor, carnicero, abastecedor de ganado y hombre visionario, adecuó una planta hidroeléctrica de 50 kilowatios en el sector de Ríorojo, la cual empezó a funcionar a finales de 1946. A la par con ello, don Luis inició la construcción de un teatro en el marco de la plaza, y el cual se inauguró el 3 de abril de 1947 con la película “Alma gitana”.
La visión del distinguido caballero Rojas, abrió un gran espacio de entretenimiento que de manera especial las noches de viernes y sábado, y con variada programación el día domingo, proyectaba una serie de películas que deleitaban a los asistentes. La jornada dominical incluía el matiné a la 1:00 de la tarde, a las 4:00 la presentación era doble, y se finalizaba en la noche con la proyección de las 8:00. Este día era especial para la muchachada, la obtención de los centavos para el pago del boleto era toda una tarea matinal, y una vez conseguido esperar la 1:00 de la tarde para ver la cinta, que era casi siempre de aventuras, y las que horas después tratábamos de representar en juegos infantiles, especialmente en área cafetera del tío Fermín a la orilla del río Gris.
La función de las 4:00 de la tarde, doble película, tenía el ingrediente para los más grandes de hacerse acompañar por la novia, casi siempre ella acompañada de uno o varios hermanos. Allí nacieron muchos romances. En la noche, hora de las 8:00 la función nocturna, casi siempre albergaba personas mayores y a la vez algunos menores colados.
Poco antes del inicio de las funciones, en los diversos horarios, por medio de un altoparlante se hacía sonar música y las gentes que permanecían en la plaza, ya sabían identificar la pieza musical que era el anuncio del inicio inmediato de la proyección. Dentro del teatro era fácil adquirir los tradicionales dulces en un puesto especial allí instalado, o mediante la venta que hacían algunos menores en unos cajones surtidos de variados productos y acompañados de linterna para superar la oscuridad.
Uno de los momentos más difíciles para quienes operaban las máquinas proyectoras, era cuando ocurría un corte de la cinta, la más de las veces accidental y lo cual era respondido con un coro de silbidos que llenaban el recinto.
En otro espacio del municipio y del tiempo, pasados varios años, con alguna actividad el teatro parroquial mantuvo una programación regular de presentación de filmes, pero a la par con los adelantos tecnológicos como la televisión y otros aditamentos, fueron haciendo desaparecer los espacios públicos dedicados al cine.
Mientras tanto el viejo teatro Génova fue variando su intención primaria hasta desaparecer por completo, generándose en algún momento, debido al paso del tiempo, una estrepitosa caída de la parte posterior de la edificación, y hoy ha cambiado de manera radical su estructura y su función, ya no se concurre a sus inmediaciones para observar las carteleras, ya no suena la música que iba anunciando la inmediatez de la presentación, tampoco se escuchan los silbidos al momento de un corte, tampoco algunos menores recorren los pasillos para vender dulces y ya no se ven las parejas que aprovechaban la asistencia al cine para un beso furtivo.