Poema al Patrimonio Cultural Cafetero
Armenia, 14 de octubre 2012
Laderas de cadenas montañosas
Trenzadas por los arcanos milenarios
Acuarela y umbral de colores y sabores
Seducción de los colonos, cunas de amor y poesía.
Fértil cordillera Andina
Fuerza y pasión son el sustento
Ancestros forjados con los sueños
Desde la hoguera familiar de los recuerdos.
Cultivos de café, coplas y tipleros
Terruño de jardines y emociones campesinas
Leña y fuego sudor de jornaleros
Conquistando la bendición de la cosecha.
Cumbres de árboles sagrados
Guías y portales mensajeros
Luciérnagas centinelas, ropaje de la noche
Lunas romanceras despiertan los idilios
Hombres y mujeres de recio ensamble y gallardía.
En las ventanas divisando la nostalgia
Rostros curtidos reflejan los recuerdos montañeros
Ancestros y legados de experiencia
Tejido de historias que transitan
Generaciones de pieles nuevas
Despliegue creativo de artesanos, escritores y poetas.
Plazas, templos, casas y solares
Eclecticismo arquitectónico europeo
Conservado por la historia legendaria
Guirnaldas de pétalos perfumados
Visten balcones soñadores
Visitados por aves de asombrosa belleza
Mariposas y colibríes suman en febril encanto
La Rana, emblemática habitante de las plataneras
Orquestan sus tonadas en las noches veraniegas.
Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío y Valle del Cauca
Raíces y aventura esbozan identidad tan aguerrida
Paraíso esculpido desde el cielo
Caminos del café… suspiro de leyendas
Patrimonio de la humanidad. Orgullo de Colombia.
Honremos las especies amenazadas de extinción
Con ruegos a la tierra y cantos al agua
Ojo de los ríos, parir de la vida
Poesía a la palmera, conciencia despierta, para un nuevo amanecer.
Poema escrito para la convocatoria de la Revista Palabra Infinita, Aguadulce, Veracruz México, tema: “EL AMOR QUE SE LLEVÓ LA PANDEMIA O CRÓNICA DE LA PERDIDA”.
Sara Lucía Ospina Fayad.
…… ………………………………………………………………………………………………………………………….
Yamal, Me desperté con esta palabra no sé si en mi mente no sé si la escuchaba o era la voz del pensamiento oculto.
Inmediatamente y antes de salir del estupor del sueño, abro la página de Google, Yamal: Península que se interna en el océano Ártico, “fin de la tierra” en la lengua de sus habitantes indígenas nenets, y nombre para niño o niña de origen árabe que significa “belleza”.
Nace el poema para: “El AMOR QUE SE LLEVO LA PANDEMIA”
YAMAL
Caer al abismo sin limitaciones
Encontrar las fosas de los moralistas
Invadir la nostalgia de los huesos
Dejar que el alma desgarrada por el juicio
Conozca el fango del vacío.
Exprimir la gota de la miseria, para destilar los miedos
Encontrarse cara a cara con la luz en la oscuridad sublime
Entender que no es suficiente darse sin medida
Ni la medida cumple su destino.
Esquivar la flecha del escrutinio
Trampa de la horda que vaticina la caída
Juicios que a ciegas bombardean sin sentido
Buscar en los recodos de la existencia muerta
El gramo de chispa para iniciar la obra que reclama el día.
Encontrar en la paleta
El color con aroma de imposible
Los cromáticos dan vida a la palabra
Inocente la hoja en blanco abre su perfume
Y la mariposa negra, ondula sus alas
En la noche que despierta el pasado.
Ser cordero, ser misterio
Excreción del pensamiento
Que socava el exterminio de la dignidad
Nobles pensamientos no alcanzan la mirada
Desde la tribuna de la opulencia.
Ser sepulcro para besar la soledad sagrada
La comunión del pensamiento no encuentra morada
Subyace el sentido del amor y la ternura incomprendida
Conspiran los necios en busca de estrategias.
Tenderse sobre la penumbra a divisar el cielo
Desvelarse en la noche con las tres estrellas
Buscar la estela de los astrólogos magos
Y en la piedra filosofal escribir anhelos
De un nuevo despertar universal.
Eslabón que surca el cosmos llenándolo de paz
La brújula apunta la esperanza, el viento exhorta la mirada
La pandemia se ha llevado vidas en su esplendor
Y Portales de amores muertos
Por el virus de la melancolía.