Arrierías 89

Fernando González Muñoz*

*

Desde el cenit del cielo azul y en tardes… grana,

descienden rayitos de luz sobre “el laguito”,

germinando los lotos verdes, que florecen,

con sus blancas coronas de azahares.

En los amaneceres tibios de este “Nido”,

libélulas azules… de cuándo en vez resurgen

y de repente escapan… invisibles

a los absortos ojos que las miran,

para seguir jugando en el misterio,

de la asombrosa magia de la vida.

El verde esmeralda de sus suelos,

tejido con el musgo del camino,

entapeta el sendero que conduce,

hacia la silenciosa “Cabañita – Nido”,

arropada en su bosque milenario.

El hermoso paisaje y el mágico misterio,

enerva el alma y acaricia al cuerpo…

templo de paz donde se mira y se agradece al cielo,

respirando el perfume de sus robles.

Naturaleza pura en su esplendor y gracia,

que, en apacible concierto de silencios,

en las noches, se irrumpe con el canto,

de una rana fugaz y de un jilguero.

Es un espejo que refleja al mundo

es el sitio de amor y paz… deseado

donde habitan dos almas paralelas

para gritarle al mundo… ¡este es mi Nido!

mi único cosmos… mi universo entero.

Aquí es donde empieza el girasol del día,

cabañita de amor, nido sagrado,

cuando el sol se confunde con la luna,

y en un abrazo de amor… ¡Oh!… ¡El Plenilunio…!

*General Retirado.

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