Por S. Catalina Varela Castro

Parece que quedan menos días en el calendario de un año que continúa dejando una incertidumbre enorme de cara a unas futuras elecciones presidenciales, que cada vez tienen menos garantías y que dejan un sinsabor en la población, sin embargo, el estallido social permitió visibilizar diversos proceso de organización política que le apuntan a la construcción de paz y a la no-violencia en donde quienes protagonizaron fueron los y las jóvenes, pese a que, la respuesta del estado fuera, silenciar y estigmatizar las movilizaciones, como resultado, un sin número de violaciones a los Derechos Humanos y asesinatos sistemáticos a defensores y defensoras de Derechos Humanos, líderes y lideresas, así como, firmantes de paz. 

            De acuerdo con lo anterior, ya desde el 2020 se planteaban algunos retos en materia de Derechos Humanos para el 2021, como, no más asesinatos a líderes y lideresas, así como, trabajar en el cumplimiento del acuerdo de paz, pese a los constantes intentos de acabar con este, desde la disminución de presupuestos, hasta la falta de garantías con la Justicia Especial para la Paz, el fortalecimiento del Estado social de derecho al llevar a las instituciones civiles del Estado a todo el territorio Colombiano (Gallon, 2020), de manera que, este panorama se vio agudizado por la respuesta del Estado durante el marco del Paro Nacional. 

            Por otra parte, esta situación plasma como tras haber logrado desarrollar un acuerdo de paz, es decir la posibilidad de llegar al fin de un conflicto que duró más de 50 años a partir del diálogo, durante las pasadas protestas en el marco del estallido social, el gobierno se mostró incapaz de hacerle frente a esta problemática desde una apuesta pacífica (Muñoz, 2021), avivando de esta manera el descontento de los y las manifestantes, que resistieron a las acciones violentas directas del Estado, desde el arte, y la organización política, de manera que, surgen unas Re-existencias que transforman al mismo tiempo que dignifican estos espacios dejando plasmado en el cuerpo, así como, en las calles repletas de murales y grafitis que narran lo que el sistema intenta silenciar. 

            Es así que, son estas prácticas de las y los jóvenes colombianas/os que se producen en torno a la construcción de paz y la no-violencia desde lo simbólico que expresa tanto sus dolores como “las esperanzas que ellas y ellos son capaces de agenciar” (Muñoz, 2018, p.14), no obstante, ¿veremos el mismo protagonismo de la juventud en las urnas en las elecciones del 2022?

Referencias 

Muñoz, C. G. (2018). RE-EXISTENCIAS JUVENILES EN COLOMBIA.

Muñoz, S. (31 de mayo del 2021) Derechos Humanos en Colombia. El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/sergio-munoz-bata/columna-de-sergio-munoz-bata-sobre-las-protestas-en-colombia-592633

Gallon, G. (16 de diciembre del 2020) Derechos Humanos en 2021. El Espectador. Recuperado de https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/gustavo-gallon/derechos-humanos-en-2021-column/

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