COLUMNA PALABRA EMPEÑADA.
Muchas enseñanzas nos sigue dejando el paro nacional que inicio el 28 de abril en medio de la pandemia, y que hoy, sentimos no ha terminado.
Una conjugación de intereses de toda índole ha marcado el devenir de esta protesta social, que en las regiones del país, se vivió con mayor o menor intensidad.
Una protesta justa que convoco de manera espontánea y pacífica a todos los colombianos, y muy especialmente a los jóvenes de este país, para que hiciéramos sentir nuestro desacuerdo con la política económica, la corrupción y la política de salud pública. Pero al final, y por intereses politiqueros y de mafias del narcotráfico, logró que este sentimiento de descontento manifestado en la protesta social, se empezara a tornar violenta gracias a la aparición de personas con unos propósitos muy diferente a los nuestros y que convirtió a los protagonistas en un grupo muy heterogéneo, infiltrado por personas antigobiernistas y bandas delincuenciales que terminaron generando el caos, saqueos, bloqueos, destrucción y abuso.
Ponerse al frente de las marchas por la inconformidad de las políticas públicas no significa permitir que la criminalidad encarne nuestro propósito, o mejor dicho, que el chantaje gracias al empoderamiento permitido y el daño sistemático (utilizando armas no convencionales para repeler al ESMAD y la implementación de terrorismo de baja escala) sean las acciones que nos represente como alternativa de poder y desarrollo.
La cultura del chantaje en manos de delincuentes y de algunos venezolanos que tomaron posesión de lo que hoy se denomina “PRIMERA LINEA”, convirtió a nuestro país en una patria con un bandolerismo en franco progreso y con unos delincuentes exigiendo prebendas sociales y participación política como “autoridades sociales” de gran peso.
Ver como algunos dirigentes locales le dan estatus a estos delincuentes sencillamente porque están acusando al gobierno de turno de los problemas sociales acumulados, incluyendo el de la pandemia, demuestra el oportunismo político del momento, para imponer fuerzas oscuras y tenebrosas en el poder.
La reactivación económica post-pandemia que tanto estábamos esperando, se vio truncada con los devastadores efectos de un paro, que insisto, inicio con mucha razón, pero que con la aparición de fuerzas anárquicas, se convirtió en un verdadero fracaso de desarrollo.Ver hoy como muchos indisciplinados quiere imperar y conseguir la aprobación social de sus actos, es un muy mal precedente para las futuras generaciones.
Está bien que muchos de los que están regentes como adalides de la patria y como representantes legítimosdel gobierno y en el congreso de la república se hacen notar por su ausencia frente a la solución de la actual problemática social, ratificándose con hechos como el de que muchos dirigente de talla nacional son hoy el centro de escándalo de corrupción y desdeño. Pero de ahí a que se legitime a toda la primera línea para que sea reconocida políticamente y que en Colombia se empiece a validar estas acciones como formación profesional para obtener con bandolerismo estatus político……es una locura de talla mayor.
Claro que la justicia debe imperar, es claro que los que desangran el país deberían estar pagando con cárcel y deshonra publica sus descarados actos, es claro que debe de haber justicia social y propósitos claros para evitar tanta injusticia económica,…pero dejar que empiece a hacer carrera y permitir que otros bandidos y de peor calaña, nos dirijan y se gradúen como legítimos representantes de las regiones……NO!
Hoy podemos verificar en todos los medios de comunicación que los expertos y conocedores de economía reconocen que, a pesar de los positivos indicadores de crecimiento, estos no pudieron superar los niveles necesarios para superar las pérdidas generadas por la pandemia, gracias al “ favor “ que nos hicieron los violentosde la primera línea en el paro nacional.
No podemos permitir que en nuestro dolido país aparezcan estas universidades callejeras, que gracias a las acciones de los bandoleros que se infiltraron en la primera línea, gradúen a escabrosos personajes como ejemplares y dignos de emular.
Claro que en Colombia…… el corcho se hunde y el plomo flota.