Ya van más de 30 días de protestas por parte de una ciudadanía cansada, hastiada del mal gobierno a que nos tienen sometidos desde hace años.   

Protestas y manifestaciones que dejaron de ser  prerrogativa  de las grandes ciudades y se han vuelto acciones cotidianas en pueblos y capitales del país. La gente se fue a las calles, pues como nombraban antes su malvivir diciendo “estoy en la calle”, para señalar una situación económica incierta y cada vez peor, optaron por irse de verdad a hacer de las calles el escenario de su descontento, para en ellas visibilizar su inconformidad ante las situaciones de desigualdad, corrupción,  miseria y falta de oportunidades de una vida digna con posibilidades de estudio, de buenos servicios en salud, de un trabajo para el sustento.

Las cifras hablan de más de 8 mil actividades en 780 municipios con gente amplificando a gritos su inconformidad. Dan cuenta también los informes de más de tres mil concentraciones, otro número casi igual de bloqueos a las vías, y unas 800 marchas y movilizaciones.

También ha habido vandalismo que no es el común de las acciones. Hay heridos y gritos acribillados a balazos. Van alrededor de 23 muertes de civiles que tienen relación con las protestas, y un uniformado muerto. Heridos se han contabilizado 800 civiles y 989 uniformados.

También en el fragor de los encuentros se ha desbordado el accionar  policial, lo que ha generado investigaciones por abuso de autoridad, agresiones físicas, lesiones personales entre otras conductas.

La lista es grande también en lo que tiene que ver con vehículos de transporte público dañados, cajeros automáticos saqueados, establecimientos de comercio violentados, cámaras de foto multas destruidas, peajes quemados ; en fin, la gente se fue a las calles a mostrar su rabia a dejar salir los gritos acallados durante tanto tiempo y que se han tenido efectos de un alto costo.

Pero la gente no cede, no cesa en su empeño de seguir protestando, para que se acaben las desigualdades en todos los órdenes, para que la corrupción de paso a que los recursos vayan a donde deben ir para beneficio de todos los colombianos; de que no sea un imposible tener educación para alcanzar mejores posibilidades por el conocimiento y la competencia laboral; que no haya que sufrir los efectos de la enfermedad sin tener una atención médica oportuna.

Son muchos los clamores que se han juntado en las calles,  son muchas las personas que han unido las voces para amplificarlas a ver si la escuchan quienes  el pueblo les entregó, por medio del voto, el mandato de representarlos, de ser los voceros de sus necesidades, de gobernar para que el decoro para vivir sea una constante y no un imposible.

La calle se volvió grito amplificado para reclamar lo que deberían los gobernantes de turno  entregar con generosidad ya que ese es su deber con los electores.

Si no se escucha este clamor, si no se atienden los reclamos de hoy, la gente, que grita, que protesta, que marcha, que se manifiesta; estamos seguros, ya aprendió que desde la casa nadie es escuchado  y que es en la calle donde el pueblo se hace oír…

El Director

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