Alrededor de las 2:30 a.m. del lunes 24 de septiembre del 2021 sentado en una acera dijo: “Todo en la vida se me dio para hacer esto”. Comentaba pequeños inicios de una pasión a lo largo de toda su vida en esa corta frase. Cómo invertía su tiempo libre en realizar dibujos que en ese entonces no sabía lo llevaría a pasar los tres últimos años de su vida entre lo que en sus palabras es “una canoa con un huequito, si no lo tapas y si no remas, se hunde”. En su rostro al decir esto se refleja felicidad por hacer lo que ama y el sacrificio que esto también le significa.
Mi madre poco a poco se enteró que esto es lo que quiero, que dedico mi vida a mi gusto por el dibujo, por la pintura y crear cada vez más lo que me hace feliz. En realidad, no fui un mal estudiante, pero pasaba el tiempo del colegio posado en el pupitre imaginando las posibilidades para crear que me brindaba una hoja en blanco. Palabras de Ricardo que llenaron de duda el modelo educativo que se mantiene, ya que si no fuese por el apoyo que obtuvo de su madre “hoy día no haría lo que amo”, aclarando la necesidad de alguien que lo acompañara en sus inicios para llegar a lo que puede hacer ahora.
Antes de empezar a tatuar trabajé haciendo canastas, me agobiaba pasar tiempo encerrado en ese lugar, me cansé de lo conformistas que podían ser las personas y yo mismo al estar ahí solo para recibir una paga. En ese punto tuve suerte, un amigo ya tatuaba y al verme dibujar pensó que era buena idea enseñarme lo que él sabía y seguir creando mi propio estilo. El inicio de muchas experiencias, siempre es difícil empezar, pero no iba a detener un sueño que me hacía feliz, un sueño con el que pude conocer muchas personas que admiro por su arte, por sus aspiraciones y por cómo siguen trabajando por lo que quieren.
Siendo las tres de la mañana y terminando con la segunda cerveza nos levantamos de ese andén y volvimos a casa de Sergio para seguir hablando, pero no de sus vivencias.
Volvimos a hablar mientras teníamos un par de cervezas en mano el 12 de octubre y retomando la conversación de antes, donde quería preguntar por sus tatuajes y qué abarcaba el tenerlos. No tengo tatuajes en mis antebrazos, no tengo problemas con lo que la gente piense de los que tengo porque no son visibles, simplemente si tengo un pantalón y un buzo todos quedan cubiertos. Pero esto no quiere decir que los oculte, solo que quiero guardar esos lugares para algo que signifique mucho, para alguien que haga algo brutal sobre mí. Sin embargo, creo que los que los tienen visibles saben lo que conlleva llevar esto en la piel, sentirse juzgados por sus gustos o incluso directamente rechazados. Creo que es complicado y sencillo a la vez, asumes que por algo que te gusta y quieres hay algún tipo de consecuencia y tienes que seguir sosteniéndola.
- ¿Entonces no lamentas ninguno de tus tatuajes?
- En realidad, cada uno de ellos representa un poco lo que era y lo que soy. Mis gustos y a la vez la práctica de mis habilidades, algunos me los hice yo y apesta hacerlo, pero igual es un poco divertido.
- ¿Divertido?
- Sí, son tatuajes que salen porque estoy algo aburrido y con una plantilla cerca. No digo que cada vez que estoy solo lo vaya a hacer porque amerita algo de concentración y como eres tú mismo el que lo hace siento que el dolor es menos y puedes hacerte daño.
- Pero, ¿por qué hacerlo sobre ti mismo si te haces más daño?
- Sí, sé que carece un poco de sentido el hacerlo, pero también es algo especial llevar algo que yo mismo hago.
Al ver los tatuajes que llevaba en su cuerpo quise ver más de lo que podía hacer en las otras personas. Por esto empecé a hablar con sus amigos los que por suerte también son los míos.
Tomando la cerveza por el cuello y llevándola a la boca para dar un trago largo y proseguir a preguntarle a Camilo Andrés. Más conocido entre sus cercanos como “Cosa”, ¿qué sentía al saber que todos los tatuajes que tenía habían sido hechos por la misma persona?, ¿cómo fue su experiencia estando recostado sobre la camilla que por lo general siempre estaba cubierta por el papel plástico?
En realidad, todos los tatuajes que llevo son algo muy mío, quizás por separado puedo compartir más de uno con muchas personas. Pero cuando los comienzo a ver por el dolor que pasé para poder tener cada uno y lo que pensé para que cada uno se convirtiera en parte de mi piel son completamente diferentes. Después de decir esto noté que miro a Ricardo riendo y gritó:
- ¡TERMINAME EL GATO CHINO HIJUEPUTA!
- No jodas y vamos a tomar mejor – Dijo esto mientras se reía.
- Llevas un mes diciendo lo mismo, ¿pa’ cuándo es que me vas a terminar eso?
- No sé, la otra semana de pronto.
- Ojalá no se le vaya a olvidar.
- Toma, toma y no jodas.
No pude dejar de reír por un rato por el grito de la “Cosa” y lo relajado que el “Chino” estaba al responderle, no pensaba en más que después de un día de tatuar en distraerse un rato con sus amigos. Recordé que otro amigo tenía un tatuaje que le hizo Ricardo hace un par de años y le pregunté qué le parecía, si le gustaba lo que había terminado siendo o se arrepentía de llevarlo.
- La verdad es que no me gusta, pero no me arrepiento, al fin y al cabo, fue mi decisión hacerlo y aunque esperaba que el resultado fuese otro, creo que está bien por ahora.
- ¿Por qué no te gusta?
- Porque soy muy obsesivo y cuando lo veo notó un poco que quedó un poco más largo un lado que el otro y como es una figura es molesto notarlo.
Viendo el tatuaje que poco tiempo antes me había hecho el mismo Ricardo pensé en el avance de su técnica y el significado que también tiene par mí llevarlo, sentí que de algún modo mientras lo hacía el 6 de mayo del mismo año lograba plasmar además de un gusto, lo sentimientos que en ese momento existían. Esto hizo que se lo dijera en el momento por lo que en su rostro se formó una sonrisa y agradeció que le haya dado la oportunidad de hacer algo con tanta importancia.
- Tengo la oportunidad a veces de tatuar a muchas personas, pero los tattoos terminan siendo repetitivos y pierden el encanto de los mismos. Molesta un poco de vez en cuando tener que limitarse a dibujar un infinito, unos pájaros que vieron en internet y repetir lo mismo en la misma parte del cuerpo una y otra vez.
- – Pero para esas personas debe de tener algún significado, ¿no?
- En realidad, no lo parece, hablo cuando dibujo y cuando pregunto por qué sencillamente dicen que les pareció bonito o se ve bien, un tatuaje es para toda la vida y quiero pensar que puede llegar a marcarla. Al menos los míos son algo que la marca.
En sus palabras se escondía la verdad, no solo es algo que vas a llevar toda la vida, es algo que va a causar que puedan juzgarte e incluso a ojos de otros limitarte. Mejor que sea algo por lo que darías tu vida, a la larga se la estás entregando a eso que adorna tu piel, que para algunos alimenta los prejuicios.
Siendo 31 de octubre a eso de las 3:00 p.m. Me encontraba en casa de Ricardo hablando con su hermano menor. Empezamos hablando de su vida de infante, qué se sentía tener un hermano que dedique su vida a tatuar, entre miradas raras y un poco desconcertadas solo dijo: “Me gusta lo que hace mi hermano, parece feliz y son bonitos los dibujos que puede hacer”. Ricardo escuchó esto y río por un instante, sabiendo quizás que este era el pensar de su hermano al saber que ya antes había tatuado a su propia madre.
Hoy 3 de noviembre, a las 12:39 p.m. estando en su estudio de tatuajes ARTE CORPORAL dice Ricardo sentirse pleno, tranquilo con la vida que lleva, compartiendo un poco de sus experiencias cuando llega un nuevo cliente, creando algo fantástico con la persona que lo acompaña y dice que ama. Viendo cómo poco a poco sus esfuerzos son notorios en el futuro que construye creando sueños en la piel de las personas.
Christian Camilo Ortiz Melo
Estudiante de la Universidad del Valle
Licenciatura en literatura octavo semestre