La mayoría de libros, videos o personas que he tenido la oportunidad de leer o escuchar en los últimos años, y que hablan de autoayuda, superación o incluso vibraciones energéticas, la mayoría muy buenos y recomendables, casi todos parten de una experiencia personal y auto transformadora, que los impulso a darle un giro a sus vidas, no necesariamente catastrófico, pero sí muy autentico y que salió de una parte muy interna de su ser.
Los he leído, visto, escuchado y observado con mucho cuidado y respeto, pero en el fondo con una vocecita que decía “porque a mí no me ocurre eso”, y no me refiero al acontecimiento como tal sino a la experiencia místicamente transformadora, algo así como una envidia sana, si es que la envidia tiene algo de sano, lo cual realmente dudo.
Y ahí empiezo de nuevo a divagar y me pregunto: Talvez porque no he tenido la oportunidad o porque no he estado lo suficientemente atenta como para transformarme o puede ser la falta de confianza en mis posibilidades o de creer demasiado en mis creencias limitantes. Me inclino por todas las anteriores.
¿Si todo es vibración y si todo es fuente de energía, debería estar más atenta practicando la auto observación para no dejar rendijas mentales que permitan que esa oscuridad se filtre?, acaso eso implicaría alejarme de todo y buscar las respuestas en mi soledad o mejor negarme a mis circunstancias personales y entender de una vez por todas cual es la razón de mi existencia en el planeta…Realmente no lo sé.
La pretendida búsqueda de la felicidad, tan arraigada en el ser humano, sea latino, europeo, ateo o creyente, todos la misma cosa, es lo que más nos inquieta. No pretendo hacer un análisis y regarme a hablar de la felicidad, como concepto académico, por un lado porque carezco de solida información al respecto y por otro, porque solo me gusta escribir desde mi experiencia personal. La frase cotidiana de que el dinero no es la felicidad, pero si algo muy parecido, muy latente en nuestra sociedad, hace eco cuando los medios de comunicación en general venden esa idea, lo triste es que absolutamente todos la compramos, la incluimos en nuestros proyectos de vida y la afincamos en nuestra mente . Y esto estaría bien, si no nos diera tanto miedo perderlo cuando se tiene o nunca llegar a tener lo suficiente. ¿Que implicaría empezar a pensar diferente frente al concepto del dinero? Entender que solo nos genera felicidad, cuando no lo confundimos con ella.
Cuando vemos una luna llena y redonda en el estrellado cielo y la observamos y decimos “que bella es, o que maravilla de la naturaleza, etc…” nos desconectamos de la luna, para conectarnos con las palabras. No vivimos el momento, lo desperdiciamos con ideas o recuerdos. Hacemos juicios y ponemos etiquetas a todo, no somos capaces de cortar esa mente comentarista, ese sutil cosquilleo que nos hace perdernos dentro de nosotros mismos. Experimentar el momento intimo con la luna, sería lo más valioso y cercano a un estado de felicidad. Aunque esto no sea la felicidad.
La energía del dinero es necesaria, tanto como la energía de la compasión o de la estima personal, pero no lo suficiente para determinar la felicidad. Autores como Andrés Oppenheimer, incluso se han dedicado a investigar las causas de la infelicidad a nivel mundial, en su libro “Como salir del pozo”, hace un recorrido muy interesante sobre el tema, llegando a unas conclusiones muy esperanzadoras para todos aquellos que nos preocupamos por saber cómo ser felices o como aumentar nuestros estados de felicidad, simplemente con lo que tenemos y llevamos por dentro.
Hoy, hago una invitación, para el que haga el honor de leer mis notas y es hacerse esta pregunta: ¿Cuál es la fuente de mi felicidad? ¿De dónde espero que venga mi felicidad?, Si la respuesta es una persona, el dinero, la salud o una determinada situación, valido, para eso hemos sido programados, casi todos pensamos así. En mi experiencia personal he tratado de ir mas allá, porque he descubierto que nada de eso me genera felicidad, por lo menos no la que yo pretendo, me da bienestar y hasta me alegra, pero la felicidad genuina y espontánea no está por fuera de mí, nada ni nadie tiene ese poder. Y la razón es tan sencilla como extraña, simplemente porque la felicidad es algo divino y sobrenatural, no se trata de ser positivos o altruistas todo el tiempo, es que con este cuerpo tan humano y torpe el proceso para llegar allá implica romper con el ego, romper esquemas mentales, romper con las ataduras que nos causan sufrimiento. ¿Y cuál es ese lazo que nos causa problemas?, la manera como nos relacionamos con nuestras posesiones, proyectos, metas, personas, incluso con nosotros mismos.
Tener dinero, amar y ser amado, poseer tirulos y ser exitoso no está mal, nada mal, todo lo contrario, pero que sucede si perdemos algo de eso, se nos desborona el avatar que hemos creado partiendo de allí, se nos cae el mundo, eso creemos, pero el mundo no se cae, ni siquiera se resiente, el mundo ni lo recordara. Somos nosotros, nuestra limitada mente la que empieza a quejarse y nos sentimos infelices. Ese malestar, es parte de un proceso que la mayoría de las veces desaprovechamos, le tememos y sentimos morir. ¿Qué pasaría si intentamos no involucrarnos con nuestra mente dramática y caótica? qué pasaría si nos reconocemos como seres únicos que nos pasan cosas, pero que no somos esas cosas? es un camino largo, que podemos atrevernos a andar, de pronto por allá en alguna esquina podamos saborear un destello de la anhelada felicidad.
Como dijo Siddhartha Gautama, el Buda original “NO NOS FALTA FELCIDAD, NOS SOBRA SUFRIMIENTO”