¿-Para dónde vas tan deprisa? -Le pregunté a mi hijo estudiante universitario veinteañero, quien a duras penas alcanzó a saludarme durante una visita relámpago suya, a mediados de septiembre del año pasado. –Estamos consiguiendo firmas para que “el cucho” del canal 2 nos represente en la Cámara en la lista del Pacto Histórico. -me respondió mientras cerraba de golpe la puerta y salía a la calle.

Y en un santiamén, estudiantes, jóvenes de los barrios populares y líderes del paro nacional, consiguieron entre ellos 2.293 firmas con las que le solicitaron a José Alberto Tejada que los representara, “que acepte ser candidato liderando la lista de la Cámara de Representantes por el Valle del Cauca por el Pacto Histórico”, así como a Petro y al Pacto Histórico, “que escuchen este clamor de la juventud”.

Petro y Tejada aceptaron la petición -que generó no pocas tensiones- y hoy es la cabeza de la lista a la Cámara de Representantes del Pacto Histórico en nuestro departamento. 

Pero ¿quién es este personaje que logró sin pedirlo, que la “muchachada” le propusiera que fuera su representante?

En realidad, no se puede hablar del salesiano tulueño José Alberto Tejada, sin mencionar al sacerdote belga Daniel Guillard, el apóstol de los pobres que fuera asesinado en 1985, durante un operativo conjunto del ejército y el DAS en el barrio El Vergel del “gueto” de Aguablanca en el oriente caleño.

Porque Daniel Guillard -a quien Cali le debe una estatua- fue, según el maestro Alberto Aguirre, “el más festivo, el más decidido, el más valiente. Pegaba adobes, jugaba un partido de fútbol, asistía a un doliente, aplacaba una riña callejera, con la misma unción con que celebra la Eucaristía y daba la comunión. Porque había hecho la comunión con los pobres”.

En Aguablanca dejó una inmensa obra, una filosofía y unas pautas de comportamiento social, que Tejada y un puñado de voluntariosos no han dejado morir. “Donde hay voluntad siempre hay un camino” decía Guillard.

Tejada es contador público, magister en educación de adultos, especialista en economía internacional y comercio exterior, profesor universitario, escritor, líder gremial y periodista. Es uno de los más comprometidos herederos de la obra, prédica y filosofía de Guillard: formar e informar ciudadanía.

Gran parte de su vida ha luchado a brazo partido desde la corporación cívica Daniel Guillard, CECAN, por formar capital humano joven para el empleo, o para la gestión comercial y productiva, por la pequeña y mediana empresa, y por los medios de comunicación comunitarios. Precisamente el Canal 2 es un canal de señal abierto, sin ánimo de lucro, que fue adquirido por la corporación en el 2006.

Tejada es un gran comunicador, con excelente formación, con ideas precisas, que mira de trente y habla claro; tiene el don de la palabra y representa el periodismo alternativo, comunitario, acostumbrado a pisar el terreno de los acontecimientos.

Cuando el presidente Duque decidió, en abril del año pasado atribular la población con una avalancha de nefastas reformas, se encontró con una insospechada juventud aguerrida, con los “nuevos comuneros del siglo XXI” que le propinaron la más estruendosa derrota y marcaron la senda del fin del uribismo.

También Tejada salió a registrar los hechos en el terreno, fiel a al estilo periodístico de toda su vida, “a ponerle voz y rostro a los muchachos”. Desde que se provocó la revuelta, comprendió que había un guion y vio a personas de civil que saqueaban ante la complacencia policial. El provocador régimen uribista pretendía perpetuarse por los siglos de los siglos, amen.

El cariño y respeto se los ganó a punta valor, y no lo arredraron las amenazas de muerte. El tableteo de las metralletas era intimidante y por todas partes.  Era, como él mismo lo señaló, un mayo del 68 no en París sino en Cali. “Percibí mucha rabia, mucha frustración y un sentimiento de estar engañados, ya no solo por el presidente y su equipo, sino también, por una clase política ausente y corrompida”.

 Tejada tiene claro su futuro quehacer parlamentario: conectar a la juventud del país con la pequeña y mediana empresa, e impulsar la economía social mediante alianzas privado-comunitarias.

No me cabe ninguna duda que Colombia oirá hablar mucho de José Alberto tejada, pues tiene el valor, la convicción y la preparación requerida para ser protagonista de primera línea en la transformación del país.

Además, porque el “cucho” del canal 2 de Cali, como cariñosamente le dicen “los pelados de Puerto Resistencia, de Calipso, del Puente de las Mil Batallas, del Paso del Comercio, de Meléndez, de la Luna o de Siloé”, tiene poderosa legitimidad, pues su arribo al escenario político electoral no nació, como es usual, por una obsesión personal; sino por un clamor juvenil que reconoció su entrega y trabajo profesional, cubriendo un paro nacional  trascendental,  que terminó por abrirle los ojos a todo el mundo.

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