(LOS CENTROS DE ORIGEN DE LA AGRICULTURA)

ARQUEOLOGO

COORDINADOR COMITE DE PROTECCION

ARQUEOLOGICO DEL QUINDIO

La humanización del maíz lo habilitó para convertirse en uno de los tres productos que sustentan al mundo, junto con el trigo y el arroz.

La agricultura tuvo su origen durante el período Neolítico, el último de los períodos en que se divide la Edad de Piedra. Durante este período ocurrió el paso de una sociedad nómada, basada en recolección, caza y pesca, a una sociedad sedentaria, basada en agricultura y ganadería. De hecho, se cree que el descubrimiento de la agricultura fue lo que impulsó dicho cambio.

Los primeros grupos humamos que arribaron a Mesoamérica aproximadamente 11.600 años antes delpresente, y las evidencias paleoecológicas y ecogeográficas sugieren que el cultivo y ladomesticación se iniciaron hacia 10 000 AP, en áreas de selva baja, entre los 600 y 1.600 msnm,asociados al uso del fuego para la caza. Los datos biológicos, ecológicos, genéticos y evolutivos señalan aloccidente de México como el centro de domesticación inicial del complejo de especies característico de laagricultura mericana. Esta hipótesis está apoyada por su continuidad cultural desde el Pleistocenoterminal y por la presencia de un sistema agroalimentario complejo en esta región para el Formativotemprano, revelado por la cerámica. La distribución inicial de los grupos recolectores-cultivadores y ladistribución temprana de las plantas domesticadas permiten suponer la existencia de corredoresbiológico-culturales arcaicos a través de los cuales se difundieron, desde el occidente de Mesoamérica,los conocimientos, las tecnologías y los procesos asociados a la agricultura y a la domesticación.

LAS PRIMERAS ZONAS AGRÍCOLAS

Según los aportes de la investigación actual, son ocho los cultivos que se desarrollaron con el inicio de la agricultura. Los primeros en ser cultivados fueron los cereales: el trigo «espelta», el trigo «mocho» y la cebada. Después vinieron las leguminosas: guisantes, lentejas, yeros y garbanzo. Y por último, el lino también figuró entre los primero cultivos.Todo parece indicar que las primeras siembras y cosechas agrícolas ocurrieron en diversas regiones de Egipto e India, hace alrededor de 10,000 años. Sin embargo, alrededor de esa fecha también se tienen evidencias de agricultura en regiones de China y Nueva Guinea. Además hay varias regiones en África y América donde también existe dichas evidencias.

Resulta fácil comprender que en aquella época no existía manera de comunicación entre regiones distantes, de modo que podemos intuir que la agricultura no fue obra de un solo grupo social, sino que la idea, a partir de la observación, surgió casi al mismo tiempo en diversas partes del planeta. Aunque queda la duda de porque hubo tanta sincronía.

Se sabe que nuestros antepasados recientes comenzaron a recolectar granos silvestres para su alimentación hace alrededor de 22,000 años, por lo tanto, fue un período bastante largo el que tuvo que pasar entre ese momento y el surgimiento de la agricultura, punto en el cual también se dio inicio a una presión de selección sobre las plantas.Por lo anterior, el estudio de los centros de origen de las plantas cultivadas nos ayudan a entender su desarrollo a lo largo de la historia, además de que también explica el surgimiento de la agricultura en diversas partes del mundo, ya que diferentes grupos humanos han tenido hábitos alimenticios distintos, razón por la que tuvieron sus cultivos distintos que les permitieron desarrollarse como sociedades.

La diversidad de especies y variedades que hoy sustentan la agricultura y la alimentación del mundo son el resultado de un largo proceso de domesticación, selección y mejoramiento de especies silvestres y cultivadas. Pero en todo el mundo se está presentando un alarmante proceso de erosión genética de esta biodiversidad. Según datos de la FAO, durante este siglo la diversidad genética de los cultivos se ha reducido 75%.El régimen de protección especial debe estar orientado a determinar el valor cultural, social, económico y biológico de los centros de origen de la agricultura y la diversidad y su la aplicación en los contextos y Protocolos del mundo.

La agricultura es un invento de múltiples poblaciones humanas, pueblos y civilizaciones en diferentes regiones del mundo desde hace miles de años, especialmente en las regiones tropicales y subtropicales de Asia, América y África. Es el fruto de generación de conocimiento, innovaciones y prácticas, trabajo colectivo y acumulado por miles de generaciones de agricultoras y agricultores. La diversidad de especies y variedades que hoy sustentan la agricultura y la alimentación del mundo son el resultado de un largo proceso de domesticación, selección y mejoramiento de especies silvestres y cultivadas.

Los centros de origen de una especie de cultivo son aquellas regiones de donde se inició su proceso de domesticación y donde existen los parientes silvestres que originaron este cultivo. Estos centros de origen no siempre es donde se encuentra la mayor diversidad de variedades. Esto se debe a que los agricultores de otro lugar, distinto del de origen, pueden haber sido los que desarrollaron mayor número de variedades del cultivo. Es por ello que el debate sobre la amenaza para las variedades cultivadas de los cultivos transgénicos se debe enfocar no solo en los centros de origen, sino también en los centros de diversidad de los cultivos.

Para el caso de América, la agricultura se inició por lo menos hace 12.000 años. Como resultado de este trabajo de selección y mejoramiento realizado por múltiples pueblos y generaciones, se crearon muchas especies y variedades cultivadas, adaptadas a diferentes regiones geográficas, climas y requerimientos culturales, tecnológicos y productivos de los agricultores. Es así como la región tropical y subtropical de América es el centro de origen y de mejoramiento de cultivos como: maíz, frijol, papa, tomate, ají, calabazas, yuca, ñame, batatas, algodón, tabaco, piña, cacao, caucho, pimienta y muchos otros tubérculos, raíces, cereales, frutales, plantas medicinales y de otros usos.

Desde los orígenes de la agricultura hasta nuestros días, el mejoramiento de los recursos genéticos realizado por los agricultores ha sido un proceso descentralizado, en donde cada grupo étnico ha seleccionado, y creado múltiples variedades diferentes, que se han adaptado a las condiciones diversas de clima, suelos, ecologías agronómicas y requerimientos culturales y nutricionales. Esta biodiversidad creada y conservada por las múltiples comunidades indígenas y campesinas de América Latina es un importante aporte genético a la especie y son un patrimonio cultural de estos países y especialmente son fundamentales en la soberanía alimentaria de estas comunidades locales. En la creación de especies y variedades para la agricultura, desde épocas antiguas han intervenido varias culturas y pueblos indígenas y locales situados en la misma región. Este proceso ha sido determinado por factores ecológicos, tecnológicos, productivos y culturales.

El maíz es originario de Mesoamérica y su domesticación se remonta hace aproximadamente 10.000 años, pero desde épocas ancestrales tuvo un proceso de domesticación y diversificación de razas nativas en la región Andina. Igualmente Brasil es un importante centro de diversidad de, en donde millones de campesinos han desarrollado variedades criollas. El maíz es un cultivo sagrado para muchos pueblos mesoamericanos y andino. Durante siglos, los pueblos de América Latina han desarrollado nuevas variedades de maíz adaptadas a las condiciones físicas de distintas regiones y a sus necesidades culinarias y culturales. Para el caso de México, la base de datos de maíces criollos cuenta con 7,009 registros georreferenciados, ente 1940 y 2005, correspondientes a 61 razas, mientras que en Colombia existen en los bancos de germoplasma del ICA, 5.600 accesiones pertenecientes a 23 razas nativas de maíz.

La papa se originó en la región andina; allí se presenta una altísima diversidad y presencia de parientes silvestres especialmente en Perú y Bolivia y Ecuador, pero también tuvo procesos de diversificación en la antigüedad hasta Mesoamérica. La papa es el cultivo más importante en la región andina y está asociado no sólo con la seguridad alimentaria de los pueblos, sino con las relaciones de reciprocidad y de fortalecimiento cultural y del tejido social comunitario.

La yuca es un cultivo originario de las tierras bajas tropicales de la amazonia, pero los pueblos del Caribe y de las tierras bajas de Sur América de Brasil, Colombia, Perú, Ecuador y Paraguay entre otros, han desempeñado un papel importante en la diversificación de esta especie. Igualmente en varios países de África existen importantes centros de diversidad de yuca, en donde es fundamental en la soberanía alimentaria de los pueblos. La importancia cultural de este cultivo es fundamental en América Latina y está ligado con la identidad de las distintas comunidades amazónicas, de manera particular de las mujeres.

El algodón desde épocas ancestrales presentó una amplia distribución en toda América y procesos de domesticación y mejoramiento paralelos en lugares bastantes distantes. Tiene dos centros de origen en América Latina: La región Andina y Mesoamérica; y en la Amazonía también existen variedades tradicionales y parientes silvestres, las cuales también tienen fines medicinales en algunos pueblos indígenas.

Pero en todo el mundo se está presentando un alarmante proceso de erosión genética de esta biodiversidad. Según datos de la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO), durante este siglo la diversidad genética de los cultivos se ha reducido 75%. En otras muchas regiones del mundo se han obtenido cifras parecidas, que muestran la erosión genética catastrófica que está teniendo lugar a nivel mundial. De las 8 mil variedades tradicionales de arroz que existían en China en 1949, sólo quedaban 50 en 1970, y de las variedades locales de maíz que se conocían en México en 1930, sólo queda actualmente 20 por ciento. En Corea del Sur de 57 cultivos, de los que se conocían más de 5 mil variedades distintas, entre 1985 a 1993, desapareció 82% de las variedades. En la India en 1960 había aproximadamente 50 mil variedades de arroz, en 1990 había 17mil variedades; pero hoy la mayoría de los agricultores sólo utilizan unas pocas docenas.

Los bancos de germoplasma son administrados por organizaciones internacionales, instituciones de gobiernos o centros de investigación. Aunque la mayoría de estas instalaciones está situada en países del Sur, son financiadas y controladas principalmente por países del Norte. Un total de 1.300 bancos de germoplasma en todo el mundo guardan actualmente unos 6 millones de accesiones. Muchas de las semillas pierden su viabilidad durante el almacenaje, puesto que la semilla guardada en los bancos no está sujeta a la selección, evolución y adaptación natural al entorno.

Una forma más sostenible de preservar la diversidad de nuestros cultivos es conservarlos en su medio. No tiene sentido conservar la diversidad de los cultivos congelada, o en museos de diversidad. La revolución verde con sus variedades híbridas genéticamente homogéneas y los cambios sociales y económicos que ha motivado, es una de las causas principales de la disminución de la diversidad. Greenpeace, (2000)  plantea que la introducción en la agricultura de plantas transgénicas, aumenta la tendencia hacia la uniformidad y la pérdida de diversidad de los cultivos, a través de la contaminación genética de genes modificados que llegan a las especies y variedades nativas.

América Latina es la región del mundo que tiene mayor diversidad agrícola, es por ello que la introducción de plantas transgénicas tienen un gran riesgo, especialmente por la posibilidad de transferencia de estos genes modificados en las plantas silvestres y las variedades cultivables locales, lo que puede causar graves desequilibrios en los ecosistemas. Los riesgos de transferencia de genes de una variedad transgénica a una especie o variedad pariente, es mayor en los centros de origen y/o diversidad, ya que los genes insertados tienen más oportunidades de pasar a otras plantas donde se pondría en juego los recursos genéticos aún existentes. Una vez que las plantas transgénicas se liberan al ambiente no se pueden contener, el cruzamiento natural entre las plantas emparentadas. La vía principal de escape de los nuevos genes a otras zonas y especies es a través del polen, que puede fertilizar plantas sexualmente compatibles en la zona.

El flujo de los genes será inevitable en los centros de diversidad, ya que la planta transgénica estará rodeada de plantas compatibles, ya sean variedades y razas locales o especies silvestres. Está demostrado que los cultivos de maíz, papas, tomate, yuca, frijol, algodón, girasol y muchos otros pueden hibridarse (intercambiar material genético) con plantas silvestres que crecen en sus centros de diversidad.

El sólo hecho de pretender introducir cultivos transgénicos en centros de origen y de diversidad de estas especies, que son fundamentales en la alimentación y agricultura mundial, debería ser un argumento contundente para rechazarlo. Se debe proteger a las variedades tradicionales y los parientes silvestres (que además de su valor cultural, constituyen la materia prima para el mejoramiento de las variedades modernas). No es cuestión de manejar el riesgo o de saber responder ante emergencias, en casos de contaminación genética, sino de evitar la contaminación; porque la contaminación genética es irreversible, y las vías de contaminación son múltiples, no sólo a través de flujo de genes, sino de contaminación de semillas, de tubérculos (en el caso de la papa y de la yuca), y sobre todo por prácticas culturales que las comunidades indígenas y campesinas, puesto que dentro de sus estrategias de conservación y mejoramiento de la diversidad agrícola, experimentan con semillas nuevas, intercambian y llevar semillas y productos de una región a otra.

Además de los impactos sobre la biodiversidad en los centros de origen y de diversidad, es fundamental para los países de América latina, las percusiones que estos tienen sobre la cultura y la afectación social y económica, y especialmente sobre los sistemas productivos y la soberanía alimentaria de las comunidades locales y pueblos indígenas de la región que dependen de esta biodiversidad.

En realidad no existen métodos para evaluar los impactos socio económicos de los cultivos transgénicos en los centros de origen, y en regiones donde estos cultivos para las comunidades locales tienen un valor cultural, ritual y espiritual importante, como son los casos de la papa, el maíz y la yuca, en la región andina, mesoamericana y amazónica respectivamente. Otros cultivos como el arroz y la caña de azúcar son de gran importancia regional, pues constituye parte de la dieta básica de esas comunidades. La introducción de variedades transgénicas de estos cultivos en la región, tienen impactos socioeconómicos y culturales muy graves, especialmente entre las comunidades y pueblos indígenas ligados a la biodiversidad.

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