Te encuentro
Entre los renglones del recuerdo
En la semblanza de un poema
En el clamor de un eco
Llegaste porque necesitaba de ti
Necesitaba el aroma de tus oleos
el bastidor del lienzo de tus fatigas
y las miradas tristes de las victorias
Los caminos que enseñaron las estrellas
te trajeron a mis venas mis pupilas
Te trajo mi ruego y mi sombra
Que es la misma sombra que busca la libertad
El vacío me asfixiaba y la revolución era conmigo
Extraviada nuevamente añoraba
El humo de un tabaco el olor de la lucha
El sudor de la fatiga y la jornada
De las sobras que dejo el polvo del camino
y las lunas que roban los luceros.
Ni la muerte con “tantos palos que te dio la vida”
Puede callar tu voz apasionada
Tus silencios tus gritos
Rompen las distancias entre los puertos
Donde ancladas las palabras esperan nuevos versos
Crujir oxidado del tiempo que no cambia
Porque todo sigue roto
La única novedad es nuestro encuentro.
Te hago mía libertad que ansío
en notas que no se apagan
en el cielo nuevo y el sol despedazado por el día
en el rio que nace después de la sequia
en el canto del arrendajo y la mirla.
Te encontré en la lluvia en el océano de tus versos
En el cotidiano rumor que anuncia la noche
Insomnios que acompañan
Nuestras almas Centenarias
ADN irreductible de nuestros gritos
Sigue la brecha en su estridente dimensión
en las trincheras respiran los poemas
Insumisa serenidad que cautiva la palabra.
Te escucho en el aguacero de la noche
donde la primavera es eterna
En la segunda cita,
La poesía tiene rostro de hombre mujer niño
Emociones transitando en los objetos vivos rutilantes
En cada pensamiento en cada vicho pasajero
En cada vuelo de un pensamiento.
Buscan habitar los recuerdos
De libros de ruidos de música baladas o boleros
Poesía de luces en la habitación donde el fuego
Se volvió caricia y la caricia sepultó los miedos.
“¿Qué es para usted la poesía?”
Lo sabías luchador sin treguas
Es dejar que todo pase y mirarlo todo
Como si fuera el último instante del romance
Con la vida.