Cuando por primera vez llegué a Manizales, no imaginé que allí estaría más de la mitad de mi existencia forjando mi futuro como maestro. Venía de hacer mis pinitos en otro lugar que no olvidaré nunca como lo es Yacopí, Cundinamarca.

Manizales me lo dio todo: mi condición de educador la pulí allí, mi afición por la radio alcanzó su más alta manifestación al lado de grandes figuras de quienes aprendí ante todo el respeto y la dinámica que se debe tener en un comentario deportivo. Fueron muchos los momentos compartidos, demasiados los viajes emprendidos y enormes las satisfacciones encontradas, amén de los numerosos amigos que conseguí durante 38 años allí vividos. Mis apegos por aquella tierra se evidencian ahora que vuelvo a mi terruño.

Cuando voy de visita, me recreo recorriendo la 23; es un deleite inmenso cuando saludo a mis viejos amigos o a mis alumnos de otros tiempos con quienes comparto un tinto con agrado…me detengo a contemplar sus montañas circundando la ciudad y miro hacia el nevado evocando esos momentos cuando transitábamos por todas esas calles y avenidas respirando el aire puro que brinda una ciudad culta como la capital caldense.

Afortunadamente tengo la dicha de visitarla continuamente, allí tengo aun mi casa la cual es habitada por mi hijo que se encarga de encriptar recuerdos que renacen en cada viaje que realizo.

Allí nacieron mis hijos, máximo trofeo que la vida me dio, realicé mis anhelos más caros, tuvimos a Ozzy, mi compañero del alma que partió en una tarde decembrina, conocí la verdadera amistad de quienes con gratitud hacen remembranza de tardes de tertulia o de noches frías acompañadas de una buena cerveza.

Fue Manizales la ciudad que me dio la oportunidad de viajar a los Estados Unidos por vez primera a representarla en el torneo de robótica en el año 2013, propiamente en Anaheim California; que alegría desbordante acompañar a mis estudiantes y mis compañeros de viaje en esta expedición del conocimiento que reunió a participantes venidos de todo el mundo.

Mi agradecimiento será perenne por esa hermosa tierra que me dio la oportunidad de realizarme como profesional en dos frentes que colman mis quehaceres: la educación y la radio…ahora en mis cuarteles de invierno, alejado de mis estudiantes elevo una oración al cielo por quienes durante esos años tejieron pasajes en diferentes instantes y ya no están en este plano terrenal.

Quedan los retazos en mi mente los cuales mientras Dios nos tenga con la lucidez necesaria seguiré abonándolos como la flor más preciada.

Ay, Manizales del alma

Ay, Manizales de ensueño

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