Arrierías 93

Ana Sofía Castro Lopera.

El mundo actual ha entrado en una descomposición social y familiar que causa asombro y tristeza. El individualismo sumado al egoísmo del ser humano arrollado por la tecnología, han echado a un costal donde está la juventud guardando principios y enseñanzas ancestrales de respeto, solidaridad y reconocimiento a los mayores. Creíamos que nuestros jóvenes en la actualidad, más instruidos, más conocedores de tecnología e inteligencia artificial ya no exaltaban o reconocías esos valores superiores de reconocimiento a la dignidad de los demás, pero no, creemos que esa inquietud no puede generalizarse. 

Hace poco, uno de los directivos de Arrierías asistió a una reunión familiar en homenaje que hacía una familia a la madre, la esposa. En la parte inicial del agasajo tomó la vocería una bella jovencita universitaria que apenas culmina su formación de ingeniera biomédica en reconocida institución superior del Eje Cafetero. Leyó un texto que, realmente, conmovió a los asistentes, especialmente a las mujeres y causó admiración y sensibilidad en su señor padre, el coronel en uso de buen retiro Carlos Castro. La carta que reproducimos va a dirigida a Sonia Lopera, madre de Ana Sofía Castro Lopera.

He aquí el texto:

Hoy es un día especial, un día en el que celebramos la vida de una persona extraordinaria: Nuestra mamá. Y es que hablar de ella no es sencillo, porque no existen palabras que puedan contener todo lo que ella es. Pero hoy queremos intentarlo.

Mami, si tuviéramos que elegir una palabra para describirte, sería «maestra». Porque eso ha sido para nosotros, desde el primer instante en que abrimos los ojos al mundo. Nos enseñaste a caminar con pasos firmes, a hablar con sinceridad y a amar con todo el corazón. Eres nuestra maestra de la vida, y cada día, sin darte cuenta, nos enseñas algo nuevo: a ser fuertes, a ser pacientes, a ser agradecidos y a ser valientes. Gracias por ser nuestra guía en este camino.

También queremos decirte que eres nuestra vitamina. No hay nadie que pueda levantarnos como tú cuando nos sentimos derrotados. Tu energía es inagotable, y esa luz que llevas dentro siempre encuentra la forma de iluminar nuestros días más oscuros. Eres nuestra fuerza cuando la duda nos invade, y nuestra paz cuando el mundo se siente demasiado ruidoso. Gracias por ser nuestro refugio y empuje. Contigo al lado, no hay sueño que no nos atrevemos a soñar.

En la vida, a veces se nos dice que busquemos nuestra «media naranja», ese complemento perfecto que nos hará sentir completos. Y nosotros, después de tanto buscar, nos dimos cuenta de que siempre estuvo en frente. Porque nuestra alma gemela tiene nombre: y eres tú, mamá. La que sostuvo la mano cuando dábamos los primeros pasos, la que hizo canciones para que comiéramos, la que madrugó para arreglarnos antes de ir al colegio y la que se quedó a nuestro lado cuando el mundo se sentía demasiado grande. Nuestra media naranja eres tú, mami, la primera y la más grande muestra de amor incondicional.

Nos sorprende cómo tienes ese «sexto sentido» que te dice exactamente cómo nos sentimos, incluso antes de que nosotros mismos lo sepamos. Eres nuestra primera llamada cuando algo no va bien y la mayor alegría cuando queremos compartir una buena noticia. Gracias, má, por cada consejo, cada risa compartida, cada noche de desvelo y cada palabra de aliento que nos ha devuelto la fe. Gracias por ser la fuerza que nos impulsa, la calma que nos serena y el amor que nos llena.

Hoy también queremos agradecerte por ser nuestro modelo a seguir. Todo lo que somos y todo lo que llegaremos a ser lleva tu esencia (y la del papá, sin duda alguna). Somos personas que aman con locura, que se permiten bailar sin razón, que se enfrentan al mundo con coraje y que, aun así, saben cómo ser delicados cuando es necesario. Somos así porque te tuvimos a ti como ejemplo. Nos enseñaste que la fuerza no está reñida con la sensibilidad y que la vida, con todo y sus retos, siempre puede ser una aventura si mantenemos el corazón abierto. Gracias por dejarnos ser, por ayudarnos a descubrirnos y por amarnos en cada versión de nosotros mismos.

Hoy celebramos tu vida, pero en realidad, la celebramos todos los días. Celebramos tu amor, tu paciencia, tu sabiduría y tu valentía. Celebramos que la vida nos haya dado la suerte de tenerte como mamá. Y aunque las palabras nunca serán suficientes para expresar todo lo que sentimos, hoy queremos que sepas que te amamos. Te amamos hasta el infinito y más allá.

Feliz cumpleaños, mamá. Gracias por ser, por estar y por amar de la forma en que solo tú sabes hacerlo.

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