“No hay nada más desigual que tratar como iguales a los que son diferentes”. Es una frase que ronda constantemente mi pensamiento y, tengo que confesarlo, frase de Aristóteles que se acerca mucho a el problema que tiene el campo colombiano, su crisis, su pobreza, la falta de apoyo, en fin, la desidia del el aparato administrativo del Estado y, porqué no decirlo, de quienes lideran sectores específicos como es el caso de la Federación Nacional de Cafeteros, entidad que tiene mucho que ver con nuestro pueblo, con Caicedonia que fue uno de los mayores productores de café de alta calidad en Colombia y el mundo.
Por planteamientos frecuentes de amigos que hacemos del ocio algo importante para construir, aconsejar u orientar en lugares de encuentro en el centro de nuestro pueblo mientras disfrutamos de un café, o tinto -como lo llamamos en Colombia-, producido por esta tierra y la majestuosidad fructífera de sus tierras, creo necesario hablar y explicar sobre el campo colombiano, su pobreza y el abandono estatal.
La crisis del campo es evidente, por eso la necesidad de repensarlo, reconstruirlo desde la lógica de la importancia social que tiene la producción agrícola en Caicedonia, Colombia o cualquier parte del mundo.
Son varios los frentes que el Estado y la Federación, con el acompañamiento obligado de los Comités departamentales y locales, deben afrontar para que en el campo sus trabajadores y propietarios puedan vivir con dignidad, palabra central de nuestro Ordenamiento Jurídico. Trataré de resumir ese pensamiento y/o propuesta en varios puntos:
1- La educación: Para el campo, el diseño de la educación ha sido perversa en cuando que se pensó para lo urbano y no para el campesino. Obliga a los jóvenes campesinos a desplazarse a la ciudad y no quieren regresar. Son muchos los egresados de esos institutos rurales que, inmediatamente terminan, salen a la ciudad a buscar oportunidades siendo la pobreza uno de los factores que los hace salir de su medio. Los docentes que trabajan la educación en los campos van allí casi que obligados; no conocen el entorno y el diseño curricular es el mismo de la ciudad. Si se cambia el diseño, el estudiante campesino tendría más oportunidad de trabajar en su medio como un proyecto de vida a través de un modelo pertinente que vincule a toda la familia. Esa educación debe ser abierta para que toda la comunidad tenga acceso a educación complementaria como la artesanal, culinaria, abonos con lo que brinda el mismo medio y que la producción de sus predios sea realmente rentable. Los proyectos deben ser dirigidos por los jóvenes con el acompañamiento y consejo de sus mayores para lograr convertir la vereda, la finca, la región campesina en un verdadero polo de desarrollo. De hecho, debe reglamentarse la educación técnica agropecuaria, máxime que el Congreso acaba de aprobar una ley reconociendo al campesino colombiano como sujeto de derechos.
2- La comercialización de los productos del campo debe ser dirigida por los mismos campesinos a través de la asociatividad y con el respaldo de entidades como la Federación Nacional de Cafeteros, y las cooperativas regionales y municipales. Se debe evitar el acceso de intermediarios quienes son los encargados de manejar el precio de productos en desmedro de la utilidad de los verdaderos productores. Es el campesino quien corre con los riesgos de la producción mientras las mafias regulan el mercado de sus productos, se enriquecen y el campesino vive en medio de la pobreza.
3- Caicedonia ya no es una potencia nacional en producción del café. Fue este producto el verdadero motor de la economía colombiana por muchas décadas. La queja de productores medianos y pequeños es que Federación y Comités se han convertidos en entes de una burocracia que poco aportan al desarrollo del campesino, de la dignidad de las familias y exigen que el punto central del desarrollo del café se haga con base en los productores, en sus necesidades, en el apoyo técnico. Plantean que el café debe ser comprado a precios sostenibles. Es necesario, dicen como un clamor general, que las fincas sean ser empresas donde no sólo se exporte café en grano, sino que debemos dirigir el esfuerzo en la exportación del café como industria. Es una de las maneras de mejorar el negocio cafetero.
4- A mediano plazo, se deben mejorar las vías de acceso para llevar los productos.
5- Mejorar el servicio de salud. Que el campesino tenga la seguridad de contar con un gran servicio básico de salud para que pueda desarrollar toda su capacidad productiva. La tecnología y los trámites que tienen que seguir en los centros de atención en el pueblo son de una perversidad enorme por cancelación imprevista de citas, colas enormes y, sobre todo en Caicedonia donde el servicio de salud u hospitalario tiene grandes falencias para la comunidad tanto urbana como rural.
6- Hay que diseñar políticas claras de seguridad en el campo y diseñar proyectos recreativos que amarren a la comunidad a su predio, a la vereda, a su heredad.
Hay otros hechos sobre los cuales podríamos hacer referencia como necesidades del campo, pero problemas de espacio nos limita un poco la extensión sobre esas necesidades sobre las cuales haremos referencia en ediciones posteriores de Arrierías.