VIII Semestre Literatura. Universidad del Valle.

Mientras Luis Carlos Medina esperaba la llamada de la funeraria Los Olivos, almorzaba junto a su madre Cecilia y su hermana María en silencio, solo se lograba escuchar el golpetear de las cucharas con el fondo del plato de sopa y el noticiero donde materializaron lo sucedido en la madrugada. De un momento  a otro se escuchó en el televisor la presentadora de Noticias CNC TULUÁ confirmando la premisa del día —Una familia tulueña residente en el barrio Victorias, sufre la perdida no solamente de un familiar, sino dos—.

Luis Carlos, en ese entonces era un hombre de 45 años, con un trabajo promedio en una fábrica de tapicería, era el jefe de estructuras y tapizado de muebles; su vida la compartía con Nubia Cielo Molina de 42 años, que permanecía ansiosa cada día por la llegada de su marido y el amor que nunca le negó demostrar. Junto a ellos vivía Daniel, el hijo menor de Cielo, al que Luis Carlos adoraba como hijo propio. A este hogar se sumaría el 28 de agosto del 2012 Carol, el anhelado sueño de Luis Carlos, que esperaba ansiosa en el vientre maduro de su madre.

LUNES 27 DE AGOSTO

La alarma suena a las 4:30 a.m. Cielo se despierta sin vacilar siquiera, Carlos se estira, agarra las cobijas y se superpone del lado contrario volviendo al sueño. Mientras Cielo prepara a Daniel para la escuela, va cocinando el desayuno, bajando ropa de la cuerda y buscando que ponerse. A las 5:30 a.m. despierta a Luis Carlos cariñosamente para que llevara a su hijastro a la escuela. Ese día era la cita con el anestesiólogo en la clínica San Francisco de la ciudad de Tuluá. Durante la cita todo salió como se esperaba de un embarazo tranquilo, hubo indicios de preclamsia gracias a la edad de Cielo, sin embargo, era una mujer de roble que parecía volverse más fuerte día a día.

LUIS CARLOS

Cuando llegué de llevar al niño, ella tenía una licra negra, sandalias y una blusita rosada, se subió cuidadosamente a la moto y nos dirigimos a la clínica, la verdad, todo fue muy normal, le dijeron que estaba muy bien de la presión, que la preclamsia no iba a afectar los tiempos del parto. Lo que si nos cuestionó el anestesiólogo fue lo del parto natural, porque al ver que Cielo era madurita lo más recomendado era una cesárea para no correr riesgos, pero, ella quería parto normal y yo no le veía nada de malo. Cuando salimos de la cita fuimos a la casa de mi suegra por los regalos del BabyShower que se le hizo el día pasado y volvimos a la casa para cambiarme e ir al trabajo, para esos días no hacía sino pedir permisos por todo, pero no me ponían problema, el jefe me quería mucho a mí, iba a ser el padrino de Carol.

MARTES 28 DE AGOSTO

El parto de Cielo sería a las 10: 00 p.m. en la clínica San Francisco, la misma donde había tenido los controles natales, ecografías y de más. Ella tuvo el ingreso desde las 9:00 p.m. para su preparación. En la sala de espera, en calma y plenitud se encontraba Luis Carlos, donde entre llamadas de la familia, papeles de ingreso y la pañalera de Carol solo ansiaba ver su niña.

12:00 A.M.

Sale corriendo una doctora del ascensor con dos enfermeras hacia el quinto piso de la clínica, Carlos se desprende de su comodidad para preguntar en la recepción sobre la paciente Cielo Molina, la enfermera lee la pantalla e informa que hace 15 minutos había ingresado a sala para el parto; Carlos se inquieta y su estado de ánimo cambia por completo, vuelve a la recepción y pide a la señorita de atención que lo dejara subir para ver su mujer, a lo que se niega por protocolo.

01:35 A.M.

Entra de nuevo la doctora  con tres enfermeras y una camilla al quinto piso, Luis Carlos, en el camino entre la estancia y el ascensor frena inquieto a la doctora para preguntarle si sabe algo de su esposa, ella consulta el nombre y edad, este afirma, ella se le queda mirando y dice que no sabe nada, que justo va para allá a revisar qué pasó.

Lo deja sin mayor protocolo ni razón afuera del ascensor, él mira desconcertado como se cierran las puertas del ascensor, suelta un suspiro y la doctora lo mira con tristeza.

03:07 A.M

Entra un doctor al quinto piso, mira a Luis Carlos parado en la ventana del salón  hablando por teléfono y le pregunta  ¿Usted es el esposo de la señora Nubia Cielo Molina? Luis Carlos asiente rápidamente y le pide que lo acompañe al sexto piso, el agarra la pañalera abandona hace una hora debajo de la silla, las hojas de ingreso, el canguro y la botella de agua.

El doctor al final del pasillo silencioso del sexto piso detiene a Luis Carlos para informarle que desafortunadamente su mujer ha entrado en paro respiratorio y que necesita de sus oraciones para que Dios salve la vida de Cielo y Carol.

LUIS CARLOS

En este momento sentí que todo se me vino abajo, no me coordinaban las manos con los pies ni los ojos con la boca y el oído, solo tiré todo al piso y hasta yo me acurruqué en una esquina, el médico me miró y me dijo que no se iba a olvidar de informarme cualquier novedad. No sé si te ha pasado, que pasa lo impensable. En mi mente hasta ese momento la opción de perderlas o siquiera de que hubiese alguna cosa extraña en el parto ni se me pasó por la mente.

4:40 A.M

Luis Carlos llevaba parado en la puerta más de una hora esperando a que el doctor o en su defecto la enfermera saliera para darle una noticia, sin importar cual fuera. Estaba hablando con la madre de Cielo por teléfono, cuando salió la doctora a la que abordó hace unas horas. Lo invitó a un consultorio al final del pasillo, lo hizo sentar para informarle que desafortunadamente su esposa había fallecido en el parto debido a un paro respiratorio, lastimosamente y a pesar de los esfuerzos por salvar a la bebé no lo logramos ya que le ingresólíquido amniótico en las venas.

Cielo murió por la negligencia médica. Tal vez estaría disfrutando en este momento del crecimiento de Carol si la infraestructura de la clínica San Francisco tuviera la capacidad de tener más de un obstetra que atendiera casos como el de Cielo, a altas horas de la noche. Según el informe médico, Cielo debía salir ese día, las contracciones prolongadas y la alta dilatación fueron señales de que necesitaba una cesárea rápidamente. Sin embargo, la dejaron en camilla, sufriendo los dolores, el temor de encontrarse solitaria en la fría sala y sintiendo que esa inseguridad de no lograr dar a luz se convirtiera en una realidad después de un largo rezo.

Según, el ICBF (2019) cada año muere en Colombia una dolorosa cantidad de 500  mujeres por razones vinculadas con el embarazo o en el parto. Estos porcentajes son los peores que hay en el mundo, pues la Secretaria de Salud de Bogotá expresa: “Nos ponen, incluso, al mismo nivel de cualquiera de los países situados en el Sahara”. En un sistema de salud, precario y poco eficiente; Parece que el tema aun siendo desgarrador, se empeñan en mantenerlo oculto, Rizo Gil afirma que: “Entre el 66 y el 89 por ciento de las muertes ocasionadas por la maternidad son evitables” (2016) si las Instituciones de salud públicas o privadas contaran con la infraestructura y experiencia para manejar todo tipo de imprevistos.

LUIS CARLOS

Mi vida se me había acabado, yo no sabía ya que hacer ni que pensar. Si te soy sincero estaba en shock. Me temblaba todo, sentía que mis ojos se hinchaban, la boca se me secaba y solo desea ver a mi mujer, a mi niña, quería estar con ellas. Le dije a la doctora que me acompañara a verlas, el dolor que también sentía la obligo a acompañarme.

Cielo estaba acostada en la camilla, llena de cobijas y paños de sangre en el piso, sus manos estaban sucias como si hubiese jugado con arena, pero su cara estaba integra, en paz. Mi mujer tenía unos labios divinos, unas pestañas bonitas y a pesar de las cicatrices que le había dejado un pasado dolido, estaba hermosa. En su cara dormida no se notaba el sufrimiento, la angustia, el dolor, me di cuenta que se había ido a descansar, me había dejado solo.

MIERCOLE 29 DE AGOSTO

Después de oír la noticia de la muerte de Cielo y Carol —Él es Luis Carlos, quien estaba feliz porque pronto llegaría a la vida su hija, junto a su esposa la esperaba ansiosamente, sin embargo, el día de tener a la bebe, todas esas sonrisas cambiaron por lágrimas— terminó rápidamente el jugo para acostarse en la cama nupcial, encendió la cámara y empezó a mirar con tristeza y lágrimas silenciosas las fotos del babyshower de Carol.

2:25 P.M

Recibió la llamada de la funeraria para avisarle que ya estaban arregladas para el correspondiente funeral. Se paró sin ánimo, cuando salió su hermana y madre estaban llorando en el comedor, aun con los platos sobre la mesa, aun con la desesperanzadora tristeza en las miradas.

LUIS CARLOS

El entierro fue hermoso, Cielo tenía un vestido blanco, se veía serena y en paz. Mi bebé parecía una muñequita, gordita, cachetona y rojita, tenía parecido a ambos, cuando la abracé por última vez con el cuidado de quien quiere apreciar la belleza de un bebé sin que se despierte, se me rompió el corazón. Te podría decir que el corazón se me fue partiendo con cada cosa que me decía que estaba solo. Todos lloraron a moco tendido, sollozos, gritos de su madre, de mi madre y de mi hermana que agarraba a la niña desgarradoramente y eso me molestó, aunque no la culpo, me hubiera gustado que todo hubiese sido en calma, yo no lloré, me despedía de mi familia, del regalo que me había dado la vida: el amor.


Noticias CNC TULUÁ (29 DE AGOSTO 2012, Minuto 3:54): https://www.youtube.com/watch?v=glErJnkFV-E

Soy Alejandro Bonilla, actualmente estoy cursando octavo semestre de la Licenciatura en Literatura de la Universidad del Valle, sede Palmira. Mi motivación profesional son los estudios de género como herramienta para visibilizar a los sujetos marginados socialmente a través del estudio del discurso y la temática subterránea de la literatura colombiana.

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