Recorriendo  los senderos del Parque Jardín tropical  Las Heliconias en Caicedonia y viendo los muy variados  géneros  de plantas, árboles y   arbustos así como las diferentes especies de pájaros, más de 150 que allí se pueden admirar, según los expertos en avistamiento,  pienso en cómo  debió ser este rico territorio en su ambiente natural virgen antes de que llegaran los colonizadores y los indígenas.  Mientras en esto  meditaba, me tropecé con una piedra,  una pequeña roca que me hizo centrar la atención también en el suelo e  interesarme en la historia de estas montañas majestuosas  que se divisan desde el mirador del parque. 

El sistema montañoso que nos circunda y  en el que está ubicado el parque y el territorio de Caicedonia, forma parte del relieve andino, en la vertiente occidental de la Cordillera Central, uno de los tres ramales importantes en que la Cordillera de los Andes se divide al sur de nuestro país. Sobre esta cordillera central se encuentra el eje cafetero al cual pertenecemos y si queremos conocer sus antecedentes y formarnos una idea de cómo era el territorio antes de ser transformado por la acción de los hombres, debemos conocer las características de su suelo.

El suelo es la capa de la corteza terrestre con la que muchos estamos más familiarizados porque es lo que primero vemos al caminar sobre él, es lo que pisamos; es la extensión sobre la que vivimos y nos desplazamos y en el que se desarrollan casi todas las actividades humanas.

Este suelo en el que está asentado el parque, por pertenecer a la cadena montañosa de la Cordillera Central, igual que ésta también tiene una historia que explica cómo  ha llegado a ser como ahora y es esto  lo que me anima  a consultar desde la ciencia de la geología el origen de estos suelos.

Según lo consultado,  los estudios científicos demuestran que las bases de esta cordillera central  se formaron en la que se conoce como la era mesozoica, en el período cretácico hace 145 millones de años, aunque su proceso de  formación se terminó hace 66.4 millones de años.

Jorge Gómez Tapias *, coordinador del Grupo Mapa Geológico de Colombia, reconocido geólogo del país, y quien ha participado de una expedición de los Andes colombianos en la región de la cordillera central para estudiar la historia geológica de ésta, nos hace retroceder en el tiempo a imaginarnos momentos en que no existía  este territorio como hoy se le ve.

Esta expedición que se dio en el marco de la celebración de los 100 años del Servicio Geológico Colombiano liderado por su director Oscar Paredes,  visitó sitios como el eje cafetero, el alto de la línea, las inmediaciones del Volcán el Machín e incluso la desaparecida ciudad de Armero Tolima.

Explica el Dr. Gómez Tapias que en algún momento, hace casi 1.100 millones de años, lo que lo que los científicos llamaron el supercontinente Columbia, se convirtió en una gran masa continental que se levantaba sobre un vasto océano conocido como Rodimia en el que empezaban a vivir las primeras células.  De ese supercontinente,  la región central que habitamos hoy cerca de cincuenta millones de colombianos,  aún no existía ni se veía  como superficie terrestre.

Rodimia se formó cuando los continentes chocaron y se generaron muchas cadenas montañosas en lo que se conoce como el efecto acordeón. Hay estudios que indican que parte de las rocas de las cordilleras occidental,  central  y oriental, en lo que hoy ya es Colombia, se formaron con Rodimia y, en ese momento de la colisión, el magma, que salía de los volcanes, se enfriaba dejando rocas conocidas como ígneas. Estas, por factores como la presión y la temperatura, se transformaron hasta dar lugar a algunas de las rocas que se encuentran en la actualidad y tal vez,  como una de las  que me encontré  en el parque.

Siguiendo el relato del geólogo, el  Dr. Gómez, dice que “Hace unos 850 millones de años  Rodimia se rompió en tres direcciones. Luego, en algún punto del periodo Pérmico, hace 300 millones de años, se formó otro supercontinente que conocemos como Pangea”. Cuando Pangea se separó, hace 250 millones de años, se crearon cuencas marinas. Hoy las piedras calizas, que resultaron de esas cuencas, se hallan en lugares como Payandé (Tolima) y de ellas se extrae  materia prima para elaborar cemento.

Luego del período Triásico, la cuenca se llenó de sedimentos de erupciones volcánicas y, en el inicio del período Cretácico, hace 135 millones de años, se empezó a formar su mar. Según Gómez, el mar entró por el occidente del país, donde hoy está el  Chocó, y su máxima invasión del territorio fue hace unos 89 millones de años. Lo más importante de este período según su versión es que sus rocas son muy ricas en materia orgánica y son las rocas madre del petróleo en Colombia.

En medio de este hermoso paisaje cafetero que se divisa desde el mirador del Parque Las Heliconias en Caicedonia, retomo lo estudiado por la expedición geológica y me doy cuenta  que hay algo que  seguramente muchos colombianos ignoramos, o pasamos inadvertido, y  es que conocer la historia de las montañas y de los volcanes así como las características del suelo, nos permite también saber la verdadera utilidad, el uso  que se le puede y debe  dar al suelo según sus características, por ejemplo, si es de origen volcánico como los nuestros, son ricos en minerales, de allí que los territorios del eje cafetero sean muy productivos gracias a los sedimentos volcánicos del pasado.

La importancia de todas estas investigaciones está precisamente en conocer la composición del suelo en el territorio; porque  saber cuál es la riqueza mineral abre la puerta a un sinnúmero de posibilidades científicas y económicas. Esto  me hace pensar en la paradoja que se vive en estos momentos en  nuestro país en donde los precios de los productos agrícolas han alcanzado cifras  exorbitantes con el argumento de los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania por lo que se han elevado  los precios de los insumos en agroquímicos, cuando se sabe que como alternativa para la conservación y nutrición del suelo y de las plantas, se puede recurrir a la naturaleza misma según lo demuestran  los expertos en agroecología. Pero es que en nuestro país, de manera intencional, nos han generado dependencia a las importaciones  y nos han negado el  acceso al conocimiento.

 Esta reflexión acerca de la historia de la Cordillera Central, de la naturaleza y origen de los suelos y la necesidad de conocer sus características para el uso potencial de los mismos, también me traslada a una inquietud y preocupación  que de tiempo atrás ha tenido un amigo caicedonita, el Señor Bernardo Velásquez, con relación a una formación geológica extraña, que El conoce y visita con frecuencia, sólo a quince minutos de Barragán, que marca el límite entre el departamento del Valle y del Quindío. Se trata de   las “tres pirámides rocosas”,  como El mismo las llama y que están ubicadas en la vereda Cañaveral jurisdicción del municipio de Pijao. Según las visitas que allí  han practicado algunos expertos,  bien pueden constituir estas tres pirámides,  por sus características morfogeológicas y como  formaciones rocosas además de  las cuevas y socavones de más de cuarenta metros de profundidad que presentan, un interesante  objeto de estudio  para los científicos geólogos, con los que puedan llegar a  confirmar o descartar la posible existencia de un volcán en formación, por fortuna aún inactivo. No se nos puede olvidar que cerca de allí fue el epicentro del terremoto del eje cafetero de 1999,  que estamos en un territorio con alto riesgo sísmico por las fallas geológicas  y tampoco, que estamos relativamente  cerca del Volcán El Machín y del volcán nevado del Ruiz.

* JORGE GÓMEZ TAPIAS *, geólogo, coordinador del Grupo Mapa Geológico de Colombia,

ANDRÉS MONTENEGRO VERGARA-Periódico El Tiempo

Fotos de las tres pirámides rocosas, tomadas con dron por Álvaro Pineda Tabares

En abril 15 de 2022

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