La palabra empeñada.
Hoy, cuando todos nos sorprendemos y sentimos el golpe en nuestros bolsillos debido al incremento del precio de los productos de primera necesidad, encontramos la respuesta en los medios de información internacional que explica claramente como este fenómeno inflacionario es mundial y el costo de vida en todo el globo terráqueo esta por las nubes.
Un fenómeno que no se vivía hace más de 25 años e inicio hace más de un año por la crisis global de los contenedores, y que a su vez, se presentó debido a la presencia de la pandemia del coronavirus. Es decir, los efectos del COVID seguían complicando la política económica mundial a pesar de que la mayoría de los países habían superado el problema de salubridad, pero se vino la invasión de Rusia a Ucrania y el cierre masivo de ciudades en China, lo que provoco una alteración de los mercados de materias primas y de energía en el mundo, y para nuestro dolido país, con la afectación en el suministro de insumos agrícolas necesarios para las labores propias del campo, donde el costo de los abonos, plaguicidas y alimentos para animales se ha duplicado y triplicado.
“Mal de muchos, consuelo de tontos” reza un refrán popular que hace que entendamos que este efecto inflacionario desbordado no le esté pasando factura solo a Colombia. Grandes economías mundiales ven como esta turbulencia económica los afecta a niveles parecidos a nuestro país. Estados Unidos de Norteamérica mostro una inflación de 8.5% en marzo, cifra que es la más alta en los últimos cuarenta (40) años, mientras que nosotros acusamos una inflación del 9.23%. Y qué decir de nuestros vecinos los Venezolanos que estiman este año una hiperinflación del 500% y los Argentinos una inflación del 55.1%.
Sorprende la desinformación de algunos descarados oportunistas para hacer gala, en medio de una campaña presidencial, de sus mágicas e inexistentes formulas económicas, criticando irresponsablemente situaciones que se salen de la mano. Mantener la economía en un camino constante de crecimiento no inflacionario es casi imposible. El objetivo de todas las economías es contener la escalada inflacionaria y reducir sus efectos en los bolsillos de cada uno de nosotros.
En nuestras manos está el poder ayudar a que la confianza económica de nuestro país siga por el sendero de crecimiento, reduciendo el efecto inflacionario, o por el contrario, prestarnos a apoyar propuestas que alteran el futuro de desarrollos económicos (entre ellos el energético) que impactan negativamente las economías regionales. Este 29 de mayo vamos buscar elegir a la persona, que de acuerdo a la constitución nacional, representa la unidad nacional, dirige las relaciones internacionales, dirige la fuerza pública, gestiona los recursos públicos y lidera la inversión: el presidente de la república. Invito a todos los lectores salir a ejercer el poder ciudadano, EL VOTO. Es la oportunidad de premiar a los candidatos con capacidad de seguir encaminando a nuestro país por el sendero de la democracia y crecimiento con seguridad y confianza. Otros, castigaran con su voto a aquellos candidatos que quieren desarticular la armonía social y económica de este complejo país, pero lo que si espero, es que participemos, con mucho respeto, de estas justas electorales.