Ya queda poco tiempo para las elecciones del 13 marzo que permitirán a los colombianos elegir a los miembros de ambas cámaras del Congreso colombiano.
Para Senado serán 108 los senadores que elegiremos: 100 por la circunscripción nacional, dos por la circunscripción especial indígena; cinco que representan al partido Comunes fruto del proceso acordado en la Habana. Para la Cámara serán 188 los parlamentarios que se elijan de los cuales 161 corresponden a los 32 departamentos y al Distrito Capital; dos para las comunidades afro descendientes; uno por las comunidades indígenas; uno para los raizales de San Andrés y Providencia y otro por la circunscripción internacional. Además serán 16 representantes de las víctimas del conflicto, cinco del partido Comunes.
Con este panorama y teniendo en cuenta que durante el llamado estallido social, los jóvenes tuvieron papel protagónico durante aquellos sucesos, ellos serán factor determinante para que lo que tanto han solicitado: “cambio en las esferas de poder” se haga realidad con su participación masiva en las urnas. Estas elecciones mostraran que tanto se puede pasar de la lucha vociferante a la acción que realmente permite el cambio como lo es el voto en las urnas.
De candidatos estamos pululos; los hay para todos los gustos, para todas las ideologías, para todas las creencias y formas de analizar el poder.
Solo nos resta decirles a las personas que pueden votar, que es este momento íntimo del ciudadano y el tarjetón electoral el que realmente permite los cambios.
No son los que vociferan en las plazas públicas un discurso ya añejo y rancio, que nada ha producido el que debe ganarse el voto ciudadano, el voto de las personas que anhelan el cambio, de aquellas que han sufrido las consecuencias de un voto no razonado u obligado por la necesidad de la sumisión a intereses que en nada les ha favorecido.
Probemos que hemos aprendido que el voto si reivindica nuestra esperanza, demostremos con la escogencia que hagamos que de verdad ejercemos el voto democrático, pensado, a conciencia, cavilando un futuro colectivo mejor para todos. Ejerzamos nuestro voto libremente que no sea una genuflexión a las promesas repetidas y no cumplidas de muchos de los que han envejecido en el Congreso de la Republica, burlándose de los electores que un día depositaron su confianza en ellos engañados por las promesas que siempre han incumplido.
Somos artífices –si lo queremos- de que este país que tanto queremos vaya derivando hacia una patria en la que todos podamos vivir dignamente y en donde cada que nos despertemos agradezcamos tener una sociedad construida con ese aporte nuestro que nos brinda la democracia: el voto.
El Director