—¿En este momento ve al muerto?
—¡Sí, claro! Detrás de la mesa alcanzo a ver la calavera.
—¿Le tiene miedo?
—¡Hombre! ¡Y cómo me voy a dejar ganar de un muerto! ¡Por supuesto que no le tengo miedo! Al principio, sí. Me salía en las esquinas, en la plaza, hasta en la iglesia y me tocó hacer un mapa para no pasar por donde lo veía. Ahora lo veo en todas partes. ¡Al fin me acostumbré a esa vaina!
—¿Y por qué el muerto no lo deja en paz?
—Debe ser el espanto de un tipo que asesinaron. ¿Ya?
—¿Quién lo asesinó?
—Pues, ¡quién sabe! ¡Por supuesto que no fui yo!
—¿Y entonces por qué lo persigue a usted?
—¡Esa pregunta me la hago yo a veces! Está bien que el muertoasuste al que lo mató, ¿pero a mí?… ¿a otra persona? ¡Yo qué tengo que ver con eso!
—El expediente dice que usted estuvo en la Brigada de Asuntos Especiales hasta que lo licenciaron. ¿Cuál fue la causa del retiro?
—Pues, como les he dicho mil veces, el muerto comenzó a perseguirme y me pedía que gritara cuando todos dormían. No me dejaba tranquilo diciéndome que matara al comandante y le diera plomo al resto. Entonces me quitaron el fusil y me trajeron aquí.
—¿Cuándo lo trajeron?
—Yo no sé. ¡Uuuuh! Pero hace como tres años… Aquí me tienen esperando a ver cuando me dejan ir.
—¿Y qué hacía en el batallón?
—Patrulla, vigilancia, terreno, operaciones, ajusticiamiento, lo que mandaran.
—¿Ajusticiamiento?
—Pues sí, amigo, una vez el comandante nos ordenó pelar a alguien…
—¿De modo que usted mató a un hombre?
—Pues no dijeron si era hombre o mujer, chico, grande, o qué diablos era, porque eso fue de noche y los otros lo recogieron… Pero nunca he matado a nadie, ¿ya? ¡Que quede bien clara esa vaina! ¡Que diga en ese maldito libro! ¡No quiero salir a la calle con fama de reo! ¡Que todos me muestren de lejos como un asesino! ¡Los otros lo mataron! ¿Ya? ¡Yo soy un buen muchacho!¡A mí no me jodan!
—Pero dice que le disparó…
—Entre varios le disparamos, claro está, no digo que no, porque eso fue así, tal y como se lo cuento… Pues, yo como que no quería, pero el comandante me dijo, eso es de lo más sencillo, póngase en línea con los otros, dispare, vaya y recoja al muñeco y tieneun mes de vacaciones…¡Pero le vuelvo a decir que yo no soy un criminal! ¡Yo no maté a ese tipo!¡No le echen la culpa al más pendejo!
—¿Y por qué está tan seguro de que no lo mató?
—Pues, hombre, no ve que me dieron los fríos y las fiebres en el monte y me quedó esta temblequera en las manos, ¡mire!, ¡mire! ¡Y así quién hijueputas tiene buena puntería!
DE ANTOLOGÍA, MAESE PEDRO ELIAS.
¡CONGRATULACIONES!