Caso terrible el que pasó el otro día, ¿oyó? Con decile que taba yo amansando las dos cajas a la vez y tenía las quijás como un banco, mire, ¡así de grandes! ¡Pero eso jue mucha vaina! Resulta que mi comadre me dijo que quería negociar conmigo, que yo como era una buena persona por qué no le conseguía un burro de primera, con angarillas y too, mejor dicho, listo como pacargar leña… A uno que vive colando y bebiendo, en veces le dan ganas de salir de pobre. Usté sabe. Y se me vino la idea de vendeleun burro viejo que yo tenía, ese que me había hecho pagar como cuarenta multas, porque no esistía talanquera ni cerca que lo atrancara. Y se me ocurrió la idea de metéselo bien caro,pa desquitame de la dicha vieja, porque el otro día me pegó una tumbá de esas machas, con una escopeta que me vendió y que no disparaba sino de pa arriba. ¡Imagínese!
Esa madrugá me voy de lo más contento al potrero y apero ese burro, ¿oyó?, ¡y me le encaramo de un solo brinco! ¡Y lo cojo a palo por esa subía arriba! Y me vengo por ese camino pensando en tumbar a la comadre… ¡Ah vieja hijuemadre esa! Tanta plata como tiene y no es capaz de pagar buenos jornales. Y eso que ora le dio por creer en el esperitismo y tu esa vaina, ¡oiga!
Bueno, y ese burro venía que pujaba, ¿oyó? Ya íbamos dando a la casa cuando el animal se voltea tantico y se pone a hablame, ¡pa Chucho! El burro me habló, no le juro porque pa qué, ¡pero me habló! Y yo no iba borracho porque eran como las seis de la mañana, no señor. Y me dijo: «Yo soy su compadre Chenando, el sacamuelas, el que le hizo las dos cajas, haga el javor y se me baja de encima inmediatamente». Y yo pensé: Esta vaina, ¿qué pasa? ¡Qué compadre ni qué carajo!; si me viene a espantar, le bajo el pote con la peinilla… Y entonces me dijo que él era mi compadre, que hacía como veinte años lo había mataoundengue por no hacese remedios a tiempo y en castigo de su tacañería lo habían hecho rencarnar en un burro. Sí, señor, ¡pa qué va uno a decir mentiras! Y me agarra ese susto, ¿oyó? Y me le bajo en carrera y me arrodillo y le pido perdón. Y taba yo en esetrance, cuando asoma mi comadre a ver si siempre le vendía el burro, y, ¡claro!, yo no sabía qué camino coger y le conté que ese burro, así de acabao y lleno de peladuras como taba, era mi compadre, es decir, el marío de ella.
No acabo de decile eso, cuando se le bota y lo abraza, ¡oiga! ¡Y eso cómo lloraba y lo besaba!Ni más que a un cristiano. Y me dijo, pídame lo que quera por él, porque una cruz destas, un conyugo semejante, hoy en día no se consigue ni con políticos. Y yo le pedí cien mil pesitos no más, ¡pero me pesó cuando no le pedí un millón!
De una vez se lo llevó pa la hacienda, y allá lo tiene desde ese día. Yo no sé cómo hizo paponele calzones, muda de paño y tueso, pero lo saca de gancho y le mandó poner las muelas de arriba, le compró botas de caucho y un colchón blanditico y yo no sé qué más perendengues. Y me contaron que no come en pesebrera, sino en una mesa con jlorero, y que por la tarde se va pa detrás de la casa a echale cuentos verdes a la cocinera.¡Palabra!
Pasaron como seis meses y na que me pagaba la dicha vieja y el día que le cobré, me pega semejante vaciá en la plaza, ¿oyó? Que no juera un Fudas, que cómo se me ocurría vender a mi compadre, que ojalá cuando me muriera rencarnara en sapo a orilla de una carretera, que no me pagaba ni un centavo, que antes gracias no me demandaba y que me quedara el consuelo de que se lo había metío bien caro.
¡Es que uno si es de malas, hombe!¡Pero eso no es ná!El otro día, me topé con mi compadre, que iba pal pueblo, bien perjumao, bien peinao, como machoe viuda,mejor dicho, jumando churumbela. Ni siquiera me contestó el saludo. Pasó derecho y endespués que golvió la gurupera, me echó una retajila de groserías y un reguero de tamales, mire, ¡así de grandes!
Pero lo que más sentimiento me da, es que desde esa vez no golvió a cargar leña ni a sentir enjalma en el espinazo y vive como el presidente. Y uno sí, carajo, ¡jódase y trabaje como un burro!