En la mitología griega, Jasón fue el comandante de los Argonautas, héroes expedicionarios y aventureros que viajaban en busca del Vellocino de Oro.

Belisario Marín Montes, mi amigo de toda la vida, fue un joven nacido en Caicedonia que con el tiempo se convirtió en una especie de argonauta, un expedicionario que viajó por todo el planeta. Nacido en Caicedonia, Valle del Cauca, fue una máquina de ideas cuyos sueños de viajar, comerse el mundo, los cumplió como si fuera un predestinado. Fue un gran ser humano con ilusiones y utopías que, dado su tesón y empuje, siempre las lograba.

La brutal pandemia que destroza la vida de millares de seres humanos y sus familias en este mundo loco, disparatado, en pocos días se llevó hacia el viaje al infinito a este amigo amante de su tierra, excelente padre, con una familia maravillosa y con un gran sentido de servicio a la comunidad. Su naturaleza solidaria, parece que hubiera con él nacido.

Me atrevo a asegurar que es uno de los seres del mundo que más ha llenado de sellos su pasaporte. Viajó conociendo, explicando y guiando a millares de turistas en viajes que se convertían en compadrazgo, amistad, respeto.

Belisario Marín M

Son muchas las historias y anécdotas que este maravilloso ser humano dejó para su familia, sus amigos, el mundo en general. Ya las había descrito en libros donde narraba la cantidad de vicisitudes y casos fortuitos que se presentaban en sus frecuentes desplazamientos por el mundo. 1-

De jóvenes y como compañeros de bachillerato vivimos cantidad de risibles ocurrencias que la vida nos deparaba en su lento caminar hacia un futuro incierto. Ya como empresario y en sus esporádicas visitas a Caicedonia a encontrarse con sus amigos o a degustar con su familia nuestro exquisito pollo a la carreta, rememorábamos todas estas ocurrencias, gozábamos con las salidas graciosas que siempre tenía o las anécdotas de nuestros años mozos.

En esta columna para Arrierías, como homenaje al ser humano grandioso, al empresario de creatividad infinita, trataré de recuperar algunas de esas vivencias en nuestra juventud algo libertina y descomplicada.

EL CUENTA CHISTES

En filosofía y español tuvimos en secundaria un profesor, Ezequiel Castillo, nacido en la península ibérica, quien siempre iniciaba sus clases con la palabra de Belisario, como forma didáctica de distensionar el ambiente y recoger la dispersión normal en jóvenes inquietos, mamagallistas y poco estudiosos

  • Belisario, ¿qué cuento nos trae hoy?

Nuestro compañero se despachaba con alguna experiencia personal, un hecho risible de sus compañeros o un chiste de los frecuentes en aquella época. La clase se iniciaba, así, sin mayores problemas para el excelente profesor.

PRESENTANDO EXÁMENES

Belisario en su época de colegio

En quinto de bachillerato, teníamos como profesor de física a don Noel Parra, otro excelente profesor, serio y exigente que ofició muchas veces como prefecto de disciplina.

En un examen final, Belisario a mi lado y cuando llevábamos ya la mitad del tiempo exigido, me dice en entendible murmullo

  • Mario, ¿cuánto le da el problema de física tal?
  • Me da tanto, -respondí.

Se llevaba la mano derecha a la cabeza, revisaba y a los cinco minutos, la misma pregunta

  • ¿cuánto es que le da?
  • Tanto, -respondí reafirmando lo dicho al principio.

En un acto de desesperación y sin medir las consecuencias, Belisario levantó la mano llamando la atención del profesor Parra.

  • ¿qué se le ofrece, jovencito?
  • Don Noel, es que yo no entiendo este problema, a Mario le da una respuesta y a mí, otra.

Examen anulado y nos tocó habilitar, como habitualmente lo hacíamos en matemáticas.

Beliario Marin con Mario Ramírez Monard

ENAMORANDO EN SEVILLA

Las prevenciones y celos pueblerinos, sobre todo con vecinos fronterizos, ha sido una discusión casi que vitalicia. Siempre nos creemos superiores a quienes territorialmente nos circundan, hecho que se repite con los extra territoriales cercanos que alimentan los mismos sentimientos.

Sevilla, nuestro vecino cafetero, ha sido un pueblo de mujeres bellas. Nos encantaba ir a observarlas o enamorarlas buscando lo que en aquella época llamábamos “un cuadre”. Lo mismo hacían los sevillanos con las chicas de nuestro entorno. Nos inventábamos maneras de llegar con más facilidad: cantando, bailando, llevando presentes, con la palabra y las salidas chistosas, a través de encuentros deportivos.

Yo hacía mis pinitos cantando y tocando guitarra a la cual le daba torpemente los primeros acordes. Un día se apareció Belisario con una hermosa y nueva guitarra marcante. La había comprado sin tener los más mínimos elementos básicos de ejecución del instrumento. Pensaba que yo podría hacerlo “serenatiando” a la chica que a él le gustaba. Fuimos al emblemático Club 3 de Mayo donde ya habían bellas quinceañeras departiendo. Los celosos jóvenes sevillanos reaccionaron, iniciaron una banal discusión y luego nos fuimos a las manos. Uno de ellos cogió la guitarrita de Belisario y, en contundente golpe, la rompió en la cabeza de mi amigo. Regresamos a Caicedonia, golpeados, con la moral baja y la guitarra destruida.

JUGANDO FUTBOL

En sexto de bachillerato éramos 15 estudiantes. Nos dio por participar en el campeonato de fútbol donde, a decir verdad, teníamos tres muy buenos jugadores, cinco que jugábamos más o menos, uno que por limitación física no podía jugar y era nuestro “asistente de campo” o aguatero, tres troncos como titulares, entre ellos Belisario y otros tres que estaban en la banca y no servían ni para estorbar porque se quitaban.

Pues bien, empezamos el famoso campeonato donde el rival más pesado era el grupo de quinto, con excelentes jugadores, muchos de ellos de selección y quienes estaban seguros de su triunfo. Pues, cosas del destino y ante el asombro del colegio Belisario, nuestro amigo impuso su fuerza, su velocidad, su forma atropellada para jugar, se quedó con el galardón de …GOLEADOR del campeonato y, lo más grandioso, ¡fuimos campeones!

COSAS DEL AMOR

La juventud es época de noviazgos, de empezar a descubrir los secretos del amor, de visitas furtivas a la gran zona de tolerancia del pueblo, donde iniciamos nuestras primeras experiencias, aquellas que ya sabemos y, sobre todo, a bailar.

Tuve una noviecita a quien llamaremos María. Fueron algunos meses de melosería, de bailes esporádicos en casas de familia ante la mirada expectante y vigilante de los dueños de casa, reuniones que denominamos “repichingas”. Apareció para mi otra bella personita pasando María a un segundo plano. Belisario, cierto día mientras disfrutábamos de un helado me dijo que estaba interesado en aquella chica

  • ¿Hermano, no te molesta que yo la corteje? ¿Que sea mi novia?
  • Para nada, hermano, hágale.

Empezó su noviazgo con María mediante encuentros esporádicos en cuanto que los padres de la novia se la llevaron a estudiar a otro departamento. Aprovechaban los días de vacaciones.

Una noche, luego de las vacaciones largas de un diciembre y el viaje posterior de María hacia el Cauca. Belisario toco la puerta de mi casa. Salí. Estaba compungido, triste. Me imaginé lo peor.

  • ¡Qué te pasó?

No hablaba. Estiró su brazo y me entregóuna nota escrita a mano.

  • ¿Y esto?
  • Léala, hermano-. Era una carta de amor, de ilusiones, de esperanza y una bella poesía o rima de Becker al final.

¿Quién te envió esto?

  • No, ese escrito no es para mí. Dentro de una carta que me envió María desde Popayán, venía esta carta dirigida a Mario Ramírez. La leí y los textos, con algunas variaciones, decían casi lo mismo.
  • Me miró, y en medio de esa mirada triste, exclamó
  • – Ahí están pintadas las viejas! – y soltó una carcajada que aún resuena en mis oídos.

Adiós, amigo. Ya te veo con tus kepis, tu guayabera blanca y tu sonrisa eterna organizando excursiones intergalácticas. ¡Buen viaje y buena mar, argonauta!

POST SCRIPTUM: Creo que somos muchos los colombianos que hemos visto con tristeza la partida, también, de grandes amigos, allegados, familiares o conocidos. Para mi caso particular, queda un recuerdo imborrable de otros personajes en mi vida que acaban departir: Guillermo Taborda, Eduardo Ramírez Soto y la inolvidable matrona Rubiela Rivas de Yepes. Mi abrazo solidario, para cada una de las familias afectadas.

  1. Véase la edición número 13 de Arrierías.
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