Coordina: Mario Ramírez Monard

A partir de esta edición, aparece en nuestra revista digital ARRIERÍAS un espacio destinado a recuperar anécdotas, historias, narrativas y hechos importantes en el proceso de evolución del ser humano, de las sociedades pero que han pasado desapercibidas, olvidadas o dejadas como no relevantes. La dirección y el grupo directivo de la revista consideramos la necesidad de reconstruir, de traer nuevamente a la memoria hechos que merecen ser recordados.

En tal sentido, invitamos a nuestros lectores para que envíen pequeños relatos o historias que puedan ser consideradas de importancia para que, luego de una revisión general de los editores, las pongamos a consideración de los miles de seguidores de nuestra revista. Aclaramos que toda historia que llegue debe traer consigo las fuentes precisas de donde fue obtenida la información para poder dar curso a las lecturas enviadas.

Precisamos, también, que, sin cambiar la esencia de lo recibido, la revista puede reeditar, acortar o simplificar dichos contenidos sin que se afecte la historia. Es nuestra única condición de aceptación para publicar.

Para empezar, esta historia.

EL GRAN CARLOS GARDEL

Hablar de Carlos Gardel, el extraordinario cantante argentino, es traer a nuestra memoria la vida de un gran artista que, no sólo trascendió en la historia como un ídolo, sino que la gente, luego de su muerte trágica en la ciudad de Medellín lo convirtió en una leyenda, un mito.

Cuando hacíamos el trabajo de campo para la novela P´Arriba es P’Allá (1), topamos en Salamina, Caldas, con un empresario fanático del gran intérprete objeto de esta crónica, nos preguntó si era cierto que Gardel, de joven, había estado preso en una prisión en los confines del sur de Argentina. Algo habíamos escuchado sobre eso. Consultamos con un gran investigador del bolero, el tango y la música colombiana, el maestro Jaime Rico Salazar de quien publicamos con su autorización apartes de sus severas y serias investigaciones. Su respuesta fue, no, no es cierto.

Posteriormente otro amigo de Medellín, sabiendo de nuestro interés por la vida y obra del cantante, nos regaló un libro, Las Dos Muertes de Gardel con autoría de Horacio Vásquez-Rial, una novela con un hilo argumentativo que, en nuestro concepto, distorsiona toda la realidad de la vida del llamado Zorzal criollo, vinculándolo con bajos fondos y una familia poderosa uruguaya con poder feudal y relaciones incestuosas. Un libro melo dramático y turbio que riñe con la verdad histórica. Felipe Pigna, investigador e historiador argentino acaba de lanzar un libro que, simplemente, llama Gardel. Este libro es muy aproximado a la investigación hecha por Foco Salazar y desvela otras anécdotas poco conocidas del cantante, compositor y letrista, como lo fue el gran ídolo.

  • Su madre, Bertha Gardés, francesa, lo trajo desde muy niño a la Argentina en busca de nuevas oportunidades, a finales del siglo 19. Poco se conocía de su padre, pero Pigna, nuestro autor en referencia, dice que fue Paul Laserre, un hombre de la alta clase francesa que en el día frecuentaba los clubes y a los de su entorno y por la noche se convertía en asaltante de bancos, atracador. Por eso la madre de Gardel siempre aseguró que era viuda. Era señalada en su medio francés por tener un hijo por fuera del matrimonio legal establecido, hecho que obligó a viajar a la Argentina para oficiar como doméstica, especialmente como aplanchadora, oficio bien pago en épocas de puños y cuellos de almidón en las camisas.
  • Andando en el rebusque por las calles de Buenos Aires para ayudar a su madre, el joven frecuentaba los teatros y sitios de presentación de artistas. Tenía una bella voz y poco a poco iba adquiriendo fama en ese medio por sus dotes artísticas.
  • Empezó como tenor, pero en un viaje en barco al Brasil conoció al gran Caruso, uno de los tenores operísticos más importantes en la historia de ese género quien le dijo que no forzara su voz, que era barítono y le aconsejó tomar clases de técnica vocal, actividad que hizo bajo la tutela del maestro Eduardo Bonessi.
  • Amante de las mujeres y los caballos, su pinta de galán europeo y su prodigiosa voz le abrían todas las puertas. En su época, fue el cantante popular más seguido, vitoreado, amado y ensalzado. Ganó mucho dinero, pero lo gastó en sus dos aficiones y, sobre todo, en la solidaridad con los más desfavorecidos. Gardel jamás olvidó sus raíces, sus orígenes.
  • No leía notas o el pentagrama. Sus composiciones las silbaba y luego las pasaba a un músico. Una historia se refiere al gran Terig Tucci, músico y compositor quien luego de escuchar una canción de quien silbó su melodía, a la mañana siguiente salió para grabación una memorable canción: Por Una Cabeza.
  • Quiso tener entre sus músicos a otro grande del tango y pionero de una melodía más avanzada, el bandoneonista y compositor Astor Piazzola, pero los padres del joven músico lo impidieron por razones de su edad. Compartió tertulias con el gran poeta andaluz Federico García Lorca.
  • Sus grandes viajes transoceánicos los hacía en barco. Asegura el autor Pigna, que tenía miedo a viajar en avión, actividad que apenas comenzaba en el mundo, sim embargo lo hizo en Colombia y trágicamente murió en Medellín el 24 de junio de 1935.
  • Los dos investigadores musicales, tanto Rico Salazar como Pigna, desmienten cualquier tipo de rivalidad de pilotos, de peleas al interior del vuelo, de disparos y demás hipótesis que especulan sobre lo que pasó en Medellín aquel trágico día para la música y para la historia triste de la partida de un ídolo, de un artista en toda su dimensión como lo fue el gran Carlitos Gardel. Su muerte fue accidental, un destino trágico que lo llevó la culminar su vida mu joven, próximo a cumplir 45años. Se fue un gran artista, un ídolo que se convirtió en leyenda, un extraordinario ser humano. En Argentina decirle a alguien “sos Gardel”, es exaltar el recuerdo de uno de los más grandes en la música popular, del tango.
  • En Caicedonia, mi pueblo, tanguero por excelencia, le escuché alguna vez a un amigo una frase que hoy sigo repitiendo, “escuchando a Gardelito, papá, me he gastado ya…. ¡tresherencias!”.

POST SCRIPTUM: En próximo escrito para Memoria Histórica, esperen, EL RACISMO, historia de una infamia.

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