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Serendipia No 2.
Tener en las manos un maravilloso objeto que hable, por tercera persona, de el mismo es una experiencia fuera de lo común. Esto es lo que sucede cuando se lee “El infinito es un Junco” o la historia de la concepción y el devenir histórico de los libros, narrada por una fabulosa escritora, Irene Vallejo, quien ha sorprendido al mundo de la literatura con su viaje colectivo narrando la aparición de un objeto que, como dice Emilio Lledo, en Los Libros y la libertad, “El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia de vivir hacia la nada del olvido”.
Irene Vallejo nació en Zaragoza, en 1979. Es graduada en Filología Clásica con doctorado en las Universidades de zaragoza y Florencia. Es una enamorada del mundo clásico que divulga, así como lo hacía en vida el siempre recordado docente Euclides Jaramillo Arango, quien llegaba a las clases cargado de una cantidad de libros, que nunca abría, pero que ensimismaba a sus alumnos con viajes fantásticos por la cultura griega, romana y helenística.
La Luz Sepultada y el Silbido del arquero, son dos de las novelas publicadas a la par de su trabajo periodístico.
El libro es un recorrido que se remonta a casi treinta siglos narrando como la palabra alada de los aedos, juglares y cantores, pronto comenzó a plasmarse en barro, piedra, papiro, pergamino, piel humana, papel, hasta la inexistencia del libro físico en la web, pero con la persistencia de las letras y sus mensajes.
Algunos habitantes del pacífico colombiano aún no tienen sus leyendas ni cantos plasmados en ningún tipo de objeto grabado, su palabra es tradición oral recogida bajo la denominación de décimas que son cantadas y transmitidas generacionalmente por decimeros o cantores de la tradición. Puede decirse que, para ellos la palabra escrita, que trascenderá su historia, no ha sido inventada.
La escritora en su brillante expedición investigativa se remonta a los orígenes de los primeros relatos, La Ilíada y la Odisea, cantos populares de amplísima difusión en todos los lugares de la antigüedad, algo así como las cartillas, “La alegría de leer”, “Nacho Lee”, o “Coquito” para nosotros. Relata cómo algunos cultores de la palabra alada recitaban de memoria todos y cada uno de los cantos adornándolos con matices propios de la región o reino donde estuvieran.
Transporta al lector por los pasajes más recónditos de las culturas antiguas en busca de libros, bibliotecas, sabios, guerreros, faraones, emperadores, escribas y personas del común involucradas en la historia de los libros.
Escudriña “la Biblioteca de Babel”, fascinante relato de Borges, no le pierde el hilo a la Biblioteca de Alejandría, monumento a la cultura antigua e introduce al lector al fantástico mundo de las bibliotecas modernas como la de Oxford y sus rituales al primíparo.
Reseña la persecución antigua y moderna a la cultura y a los libros, describiendo, con detalles, las hogueras alimentadas con libros en épocas del nazismo, (el sueño ideal de Ordóñez), los libros malditos de las diferentes religiones, la destrucción de Sarajevo y todos los lugares patrimonio cultural de la humanidad arrasados en los últimos 20 años en el medio oriente, cuna de del arte, cultura y civilización.
Ese proceso que se inicia con libros sin copias, ejemplares únicos, que para obtener otro ejemplar era necesario volverlo a escribir letra por letra, permite determinar lo valioso que resultaba adquirir un libro, un tesoro perseguido y anhelado por ricos, poderosos y gobernantes. Poseer libros era símbolo de riqueza, cultura y estrato social. Describe la autora las maldiciones y anatemas que recaían sobre los ladrones y destructores de tablillas, papiros y libros: “Que los dioses y diosas del cielo y de la tierra lo castiguen con una maldición que no pueda romperse, terrible y sin piedad, mientras viva, para que su nombre y su simiente queden borrados de la faz de la tierra y su carne sea pasto de los perros” Especial para aquellos que no devuelven los libros prestados.
Esta travesía histórica que encierra aquellos libros que nadie conoció porque fueron destruidos, los incunables de los museos, La piedra de Rosetta, con inscripciones en egipcio, demótico y griego antiguo y descifrada por Jean-François Champollion y que podemos admirar en el Museo Británico, las bibliotecas como centros de cultura en las ciudades antiguas y modernas, la podemos deleitar en este libro.
Ahora, abril, de 2021, la persistencia de los libros y la palabra escrita sigue vigente y lo estará porque es nuestra memoria y aunque el libro en físico, no lo tengamos, la universalidad de la Red permite que, por ejemplo, una colección de sentires y pensamientos como arrierias.com pueda ser leído en cualquier lugar del mundo con solo escribir esa dirección en un navegador, sin embargo el fundamento de esta provincial revista o del libro más famoso, es la palabra escrita.
- Irene Vallejo, (2021). El Infinito en un Junco, Siruela.
Premio de la Asociación de Librerías de Madrid.
Premio El ojo crítico de la narrativa.
Premio Las librerías Recomiendan.
Premio José Antonio Labordeta.
Premio Búho al Mejor Libro.
Premio de la Novela Histórica Hislibris.
Premio Acción Cívica en defensa de las Humanidades.
Premio Nacional “Promotora de los Estudios Latinos”