Sorprendió gratamente a muchos capitalinos la noticia de que el barrio EL REGALO en la localidad de BOSA de la república de Colombia había sido reconocido y premiado como el barrio más aseado de toda Latinoamérica.

Y leyendo detenidamente las acciones comunitarias para lograr ganar este honroso título, encontramos que en muchos lugares de nuestra querida patria podríamos convertirnos en ejemplo a seguir para el mundo.

Si volviésemos a recobrar el civismo que vivimos en épocas pasadas, acompañado por una férrea disciplina en el manejo de las basuras (residuos sólidos) y el buen aprovechamiento de los recursos naturales, tendríamos comunidades o municipios ejemplares que lograrían, muy seguramente, premios, reconocimiento y acceso a importantes recursos económicos internacionales.

Hace mucho tiempo nuestras madres y abuelas madrugaban a barrer los andenes y asear el frente de nuestros hogares. En casas donde tenían solares o patios en tierra, se cultivaban comida, y nosotros los pequeños de aquellas épocas, teníamos la responsabilidad de mantener limpias las calles y ayudar con el mantenimiento y aseo de nuestra vivienda.

Hoy es posible lograr gran parte de estas excelentes prácticas: si las comunidades  estuviesen comprometidas con la lucha del cambio climático, el buen manejo de los recursos ambientales, el manejo selectivo de las basuras, del aprovechamiento de terrazas y espacios al aire libre y recobrar el espíritu cívico, tendríamos lugares mucho más gratos para vivir y desarrollarnos.

Es fácil invitar a utilizar los envases platicos como materas, a recoger las basuras orgánicas y convertirlas en abonos (compostajes), racionalizar el uso del agua y aprovechar las aguas lluvias, y esto, fue lo que lograron ejecutar los habitantes del barrio el regalo.

Esto es lo que se llama AGRICULTURA URBANA que en pasadas columnas invitamos a realizar en nuestras casas y entorno.

Pero si a esta actividad le adicionamos el trueque como actividad comercial de los productos agrícolas que generamos con la agricultura de patios y huertos urbanos, es el culmen de una política social de integración y sostenibilidad que cumple perfectamente con la política pública de seguridad alimentaria.

Que buen ejemplo estamos viendo los colombianos al saber de unos compatriotas que nos demuestran con buenas acciones de que a pesar de vivir en una ciudad tan compleja y como tantos problemas, como lo es BOGOTA,  se pueden recuperar buenas practicas, y de paso, mejorar los ingresos y el entorno.

Pero el esfuerzo social debe de estar acompañado por acertadas y realizables políticas públicas. Está en manos de nuestros dirigentes convertirnos en localidades que ofrecen al mundo la mejor garantía en seguridad alimentaria y convivencia.

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